
por Octavio Majul
Ya no se aprobó Ficha Limpia en el Senado y los simuladores de republicanos lloran a moco tendido. Las especulaciones de qué pasó son infinitas y si al mileísmo le conviene o no insistir en la estrategia macrista de odiar al kirchnerismo no queda claro. Por un lado, Javier Milei parece copiar el manual kirchnerista de construcción de identidad y la retórica sentimentalista de Cristina. El anticristinismo republicano no es el de Milei y cada vez que insiste en copiar la estrategia macrista de acumulación política a base de críticas al populsimo.
La Libertad Avanza pierde frescura y parece repetir escenas de la época de la casta política. Pero escuché que “sin la construcción de un enemigo” -que sería erigir a Cristina Kirchner en la némesis del nuevo tiempo argentino- el Gobierno debería hacerse cargo de que no tiene enemigos, que es la realidad, y que entonces los errores de su gobierno son errores no forzados o simplemente mala gestión.
De acá hay dos verdades:
1) el Gobierno no tiene enemigos reales;
2) la gestión está llena de errores no forzados.
Lo primero es una realidad tan fuerte y se encarna en la falta de brújula de la oposición tanto como en la libertad de margen de acción de un gobierno sin mayorías pero que, con su victoria, hizo implosionar el sistema político. La libertad política de La Libertad Avanza es incomparable con la que tuvo, por ejemplo, el macrismo donde algo así como “la resistencia kirchnerista” aún tenía eficacia simbólica, política y podía traducirlo en elecciones victoriosas.
Pero hoy esa “resistencia kirchnerista” no existe. No interpela políticamente. El llanto por el horror de los enemigos de lo evidentemente bueno, los lugares comunes para criticar a la derecha fea, los statements grandilocuentes sobre los intereses del pueblo que están siendo saqueados, toda la retórica kirchnerista que hace de sí mismos los guardianes del tesoro del bien común argentino y a todo el resto, su enemigo, no puede convencer a nadie.
Primero que todo porque las últimas experiencias kirchneristas no redundaron en el cuidado del bien común argentino. Entonces no queda claro cómo un gobierno kirchnerista solucionaría los problemas del país. No hay plan de gobierno claro. Segundo, y montado sobre este primer dato, la estrategia política que, desde 2022 por lo menos, realiza el kirchnerismo para acumular voluntades se demostró fallida. La extorsión “o estás con nosotros o estás en contra de Cristina” fue convirtiendo a la lider política más carismática del campo popular en un objeto de adoración sectario.
Acá es cuando el PJ se equívoca: Cristina no es la voluntad popular. La voluntad popular hoy está con Javier Milei y lo está, precisamente, por los errores de gobierno y de construcción política del kirchnerismo. Si es un diagnóstico de la realidad, el PJ no está viendo que detrás del PJ no hay fuerzas vivas de la sociedad. La voluntad popular no se muere por votar de nuevo ni siquiera a Cristina, ni hablar de otros nombres.
Ese es el resultado de una política extractivista que tuvo el camporismo con la propia imagen de Cristina. Si no es un diagnóstico de la realidad y es un método de acumulación política, es otro error. La equivalencia Cristina = bueno = intereses del pueblo hace rato no interpela a nadie. Si quieren dar la lucha política hoy, necesitan arremangarse y convencer. No extorsionar.
No hace falta exagerar el drama de esta Argentina, ni exagerar lo endeble de nuestra democracia, como la de otras del mundo. No hace falta exagerar la imagen de mártir de Cristina, la intentaron matar hace tres años. Aún así tenemos que entender que si no luchamos y convencemos, la voluntad popular puede ir en contra de la misma democracia y de la misma Cristina.