
Una de las últimas locuras de Donald Trump golpeó de lleno a la industria cinematográfica norteamericana. En Hollywood están intentando descifrar cómo será el nuevo panorama, después de que el presidente de Estados Unidos asegurara que planea un impuesto del 100% para todas las películas producidas fuera de Estados Unidos.
Sin embargo, dicho impuesto podría excluir a Inglaterra, a partir de los negociados con el primer ministro británico, Keir Starmer. La idea es que los aranceles dejen fuera a Gran Bretaña a cambio de que Reino Unido ofrezca incentivos fiscales más atractivos para Estados Unidos y así fortalecer la relación económica entre ambos países en este sector.
Este negociado diplomático sienta las bases para un panorama que, de acuerdo a un artículo de The Hollywood Reporter, parece cada vez más evidente: Hollywood se está mudando a Londres. Cada vez son más los países elegidos para las grandes producciones norteamericanas, como Australia o España, devenido en uno de los puntos neurálgicos de Netflix en Europa, pero Londres sigue siendo más tentador.
Hay una infraestructura de óptimo nivel, que estudios como Lucasfilm ya han aprovechado con sus nueve películas de Star Wars filmadas en los estudios Pinewood, a 27 kilómetros de Londres. Pero también son interesantes los beneficios impositivos que ofrecen, de por sí y más allá de cualquier acuerdo con Donald Trump, en Inglaterra.
Hasta 2034, productores de películas y series que se filmen en Reino Unido pueden recibir hasta un 40% de deducción impositiva. Este beneficio incluye áreas como las de los efectos visuales que pueden ser reclamados por parte de los productores. Y esto no es todo: la política impositiva también beneficia al cine independiente: films que cuesten por debajo de los 20 millones de dólares pueden ser consideradas para recibir hasta un 53% de incentivos impositivos.