10/05/2025 - Edición Nº823

Internacionales

Tensión binacional

El número dos de Nicolás Maduro apunta contra Petro: “Colombia vive del narcotráfico”

10/05/2025 | El dirigente venezolano cargó contra el presidente de Colombia por “promover el narcotráfico” y deteriorar las relaciones entre ambos países.



Las tensiones entre Caracas y Bogotá volvieron a escalar esta semana luego de que Diosdado Cabello, vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), acusara al presidente colombiano Gustavo Petro de comportarse como un “enemigo de Venezuela”. Las declaraciones se produjeron durante su programa televisivo Con el mazo dando, donde Cabello arremetió contra la política de seguridad colombiana y la gestión de los cultivos ilícitos.

En Colombia la única industria que les funciona es el narcotráfico, disparó Cabello, asegurando que las acciones del gobierno de Petro benefician directamente a las economías ilegales. En su intervención, sostuvo que la permisividad hacia el cultivo de coca y marihuana ha debilitado la cooperación fronteriza y alimentado una narrativa anti-venezolana en medios y discursos oficiales del vecino país.

La crítica se da en un contexto regional cada vez más sensible, donde los temas de seguridad, migración y tráfico de drogas generan roces diplomáticos recurrentes. Para Cabello, los recientes gestos del gobierno colombiano—incluidas las declaraciones sobre violaciones a derechos humanos en Venezuela y la supuesta falta de control en la frontera—muestran que “Petro actúa como si Caracas fuera su adversario”.

#NoticiaW | El ministro de Interior de Venezuela, Diosdado Cabello, volvió a criticar a la administración de Gustavo Petro, señalando que el Gobierno colombiano “promueve el cultivo de coca y marihuana (…) esa es la única industria que hay en Colombia. La industria del… pic.twitter.com/AdPTe9E6UE

— W Radio Colombia (@WRadioColombia) May 9, 2025

Estas declaraciones contrastan con el discurso público del presidente Petro, quien ha insistido en mantener una política de apertura hacia Venezuela desde que asumió el poder. Sin embargo, la tensión no ha desaparecido: la falta de resultados concretos en seguridad y las diferencias ideológicas siguen condicionando la relación bilateral.

Sin embargo, en repetidas oportunidades Petro ha defendido su estrategia de seguridad y su plan para una “paz total”, negando que en Colombia exista un caos incontrolable. En recientes declaraciones, el mandatario sostuvo que “la violencia ha disminuido sostenidamente desde 2002” y que las nuevas formas de criminalidad “no responden a insurgencia sino a economías ilícitas”.

El cruce verbal deja en evidencia que, más allá de los esfuerzos simbólicos de normalización diplomática, persisten profundas diferencias sobre cómo abordar el narcotráfico y los vínculos transfronterizos. La retórica de Cabello reaviva un viejo patrón de confrontación que, en años pasados, marcó las relaciones entre Hugo Chávez y Álvaro Uribe, y que ahora parece reencarnarse en otro formato.

En este clima, la posibilidad de cooperación efectiva entre ambos gobiernos parece cada vez más limitada. Las acusaciones mutuas no solo enrarecen el diálogo bilateral, sino que refuerzan una narrativa regional donde el narcotráfico vuelve a ser un campo de disputa política más que un problema compartido a resolver.