
Las bonificaciones en Wall Street cayeron en promedio un 10% en 2025, según datos de la consultora Johnson Associates, marcando un golpe severo a los ingresos en la banca de inversión. El motivo principal: la parálisis de operaciones financieras provocada por nuevas tarifas comerciales impuestas por el presidente Donald Trump y una creciente incertidumbre geopolítica.
La actividad de fusiones y adquisiciones en Estados Unidos tocó uno de sus puntos más bajos en décadas, con apenas 555 acuerdos firmados en abril, cifra similar a los niveles vistos en la crisis de 2009. Las ofertas públicas iniciales (IPOs) también se han desacelerado bruscamente, congelando la principal fuente de ingreso de los grandes bancos.
Los sectores más afectados incluyen la suscripción de acciones, donde las bonificaciones descendieron hasta un 20%, y las divisiones de asesoría, fondos de cobertura y gestión de activos, con recortes de hasta 10%. En contraste, los traders de acciones y bonos se beneficiaron de la mayor volatilidad, con alzas del 25% en renta variable y 20% en renta fija.
Frente al deterioro del negocio, bancos como JPMorgan, Bank of America, Goldman Sachs y Morgan Stanley están revisando sus plantillas, anticipando posibles recortes de personal si la tendencia no se revierte. La combinación de ingresos reducidos y presión política ha hecho que varias instituciones congelen contrataciones y reconsideren su estructura de costos.
El entorno de negocios se ha vuelto especialmente hostil. Las decisiones comerciales clave han sido pospuestas ante la falta de claridad sobre la política exterior y fiscal de EE.UU., particularmente luego de los anuncios arancelarios impulsados desde la Casa Blanca. La incertidumbre desincentiva el riesgo, lo cual debilita los pilares operativos de Wall Street.
Según los analistas, si no se estabiliza el panorama político, las bonificaciones podrían seguir cayendo en lo que resta del año y la recuperación de la actividad financiera podría postergarse hasta bien entrado 2026. La falta de confianza empresarial podría derivar en una desaceleración prolongada del crecimiento y de las inversiones.
En este clima, la adaptabilidad y la gestión del riesgo emergen como competencias esenciales. Wall Street ya no es inmune a los vaivenes del poder político: su destino está cada vez más atado a decisiones externas que alteran sus reglas fundamentales.