Pakistán e India en la línea roja: drones, muertos y temor nuclear

La madrugada del 8 de mayo, una serie de explosiones sacudió la ciudad de Lahore, Pakistán, marcando un nuevo y peligroso capítulo en la creciente tensión entre India y Pakistán. Según fuentes oficiales pakistaníes, al menos 25 drones indios fueron derribados en múltiples ciudades, incluidas Karachi y Lahore. Uno de estos aparatos impactó una instalación militar cerca de Lahore, provocando la muerte de un civil y heridas a cuatro miembros del ejército pakistaní.

Este episodio se da en el marco de la “Operación Sindoor”, lanzada por India el 7 de mayo como represalia por un atentado en Pahalgam, Cachemira, que dejó 28 civiles muertos, en su mayoría turistas hindúes. India atribuyó el atentado a grupos militantes con base en Pakistán, como Jaish-e-Mohammed y Lashkar-e-Taiba, y afirmó haber destruido nueve campamentos terroristas dentro del territorio pakistaní.

Como respuesta, Pakistán declaró haber derribado cinco aviones de combate indios y prometió represalias contundentes. Mientras tanto, ambas naciones han reportado víctimas civiles y militares, aunque las cifras varían según las fuentes. India niega haber perdido aeronaves y sostiene que sus ataques fueron “precisos y dirigidos a blancos terroristas”.

La escalada militar aumenta entre Pakistán e India. 

El enfrentamiento ha generado una ola de preocupación internacional. El presidente de EE.UU., Donald Trump, calificó las acciones indias como “una vergüenza”, mientras que el secretario general de la ONU, António Guterres, llamó a “la máxima moderación”. Hasta el momento, no se ha logrado establecer una tregua ni una instancia formal de diálogo.

En la ciudad de Lahore, la tensión se ha intensificado. El Consulado General de EE.UU. ordenó a su personal refugiarse ante las explosiones y posibles incursiones aéreas, mientras las autoridades locales iniciaron evacuaciones cerca del aeropuerto principal. Las calles lucen vacías y los ciudadanos temen una escalada aún mayor.

Este conflicto representa la mayor escalada militar entre India y Pakistán desde Kargil en 1999, reviviendo temores sobre un posible enfrentamiento directo entre dos potencias nucleares. Aunque existen canales diplomáticos abiertos, la situación permanece volátil y podría deteriorarse rápidamente si no se logra contener la espiral de violencia.