11/05/2025 - Edición Nº824

Internacionales

Conmemoración histórica

Rusia celebra 80 años de victoria con desfile en Moscú y apoyo de China y Corea del Norte

10/05/2025 | Más de 11.000 soldados marcharon en Moscú mientras Putin destacó la memoria soviética y recibió a delegaciones de Corea del Norte y China.



Rusia celebró el 80º aniversario de la victoria soviética sobre la Alemania nazi, un evento de alto simbolismo que cada año se realiza en la Plaza Roja de Moscú. En esta edición, marcada por el contexto de la guerra en Ucrania y un clima geopolítico cada vez más polarizado, más de 11.000 soldados participaron en el desfile militar, junto a cientos de unidades mecanizadas y una muestra controlada del poderío estratégico ruso.

El presidente Vladimir Putin encabezó la ceremonia, donde pronunció un discurso centrado en la defensa de la memoria histórica soviética y la continuidad del legado de la “Gran Guerra Patria”. Putin advirtió contra los intentos de “reescribir la historia” y remarcó que Rusia no permitirá que se minimice el papel decisivo del Ejército Rojo en la derrota del nazismo. Su intervención estuvo acompañada de homenajes a los caídos y un minuto de silencio por las víctimas del conflicto actual.

Uno de los aspectos más destacados fue la presencia de delegaciones militares extranjeras, en especial de Corea del Norte y China, quienes marcharon junto a tropas rusas como gesto de respaldo diplomático. La delegación china fue encabezada por el general Zhang Youxia, vicepresidente de la Comisión Militar Central, mientras que Corea del Norte envió oficiales de alto rango, reforzando los lazos recientes que Pyongyang ha estrechado con Moscú en el plano militar.

A pesar de las tensiones con Occidente, países como Eslovaquia también enviaron representantes. El primer ministro eslovaco, Robert Fico, criticó las presiones de la Unión Europea para evitar su participación, y defendió el derecho de su país a conmemorar la historia común del frente antifascista sin ataduras ideológicas actuales.

El evento fue seguido por actos paralelos en varias ciudades rusas y por eventos internacionales en países que formaron parte del esfuerzo aliado durante la Segunda Guerra Mundial. Desde América Latina, Venezuela y Cuba destacaron la importancia del aniversario, mientras medios chinos como CGTN remarcaron el “sentido compartido de resistencia y victoria sobre el fascismo” que une a varios países asiáticos con Moscú.

El contexto bélico en Ucrania no estuvo ausente. Aunque no fue el eje central del acto, la guerra fue mencionada indirectamente como parte del discurso de resistencia y defensa nacional. Algunas fuentes internacionales criticaron la instrumentalización política de la memoria, mientras otras destacaron la capacidad del Kremlin para sostener su narrativa histórica incluso en tiempos de guerra.

La celebración del Día de la Victoria volvió a funcionar como plataforma de legitimación simbólica y diplomática, tanto hacia dentro como hacia fuera. La alianza con China y Corea del Norte, la presencia militar controlada y el mensaje de unidad frente a la presión occidental revelan que, más allá del recuerdo del pasado, el desfile también proyectó las coordenadas estratégicas del presente y del futuro inmediato.

La ausencia de líderes europeos tradicionales, como Francia o Alemania, confirmó la profunda fractura entre Moscú y las potencias occidentales. En contraste, la presencia activa de figuras de países asiáticos y latinoamericanos refuerza la estrategia rusa de reposicionarse como eje de un nuevo orden multipolar que busca consolidarse fuera del dominio euroatlántico.

Otro aspecto relevante fue la transmisión del evento a través de medios estatales y plataformas aliadas, con una narrativa centrada en la continuidad histórica entre el heroísmo soviético y la resistencia rusa actual. Este relato busca fortalecer la cohesión interna en un momento en que el Kremlin necesita consolidar su legitimidad tanto frente a su población como a sus socios internacionales.

Finalmente, la conmemoración no solo fue una cita con el pasado, sino una señal firme al exterior. El desfile sirvió como mensaje visual y diplomático de que Rusia no está aislada, y de que su relato histórico sigue encontrando eco en otros gobiernos que, por afinidad política o intereses geoestratégicos, rechazan la narrativa occidental dominante sobre el conflicto en Ucrania.