12/05/2025 - Edición Nº825

Internacionales

El Vaticano sacudido por un pasado incómodo

León XIV ante el escándalo de abusos: la sombra de Perú, el respaldo de Francisco y la credibilidad de la Iglesia

12/05/2025 | El nuevo Papa enfrenta acusaciones por su rol en denuncias de abuso en Perú. Mientras crecen las críticas internas y externas, la defensa de Francisco en el pasado fue clave y respalda lo que hoy sería la elección de Prevost: “La credibilidad venció al ruido”. El mundo católico, otra vez en estado de examen.



El Vaticano atraviesa una tormenta moral, política y espiritual. El impacto del escándalo que rodea a León XIV —el exobispo Robert Prevost— no se entiende sin mirar hacia atrás. Específicamente, hacia los últimos años del pontificado de Francisco. Fue él quien, con plena conciencia del debate interno en la Iglesia, promovió a Prevost como prefecto del Dicasterio para el Clero y luego lo elevó al rango de cardenal.

En ese contexto, surgieron críticas vinculadas a su pasado en Perú, donde —según testimonios de víctimas— habría ignorado denuncias de abuso sexual en la diócesis de Chiclayo. Lejos de desmarcarse, Francisco tomó una posición que quedó registrada en palabras que aún resuenan en Roma:

“En tiempos de confusión, también hay denuncias falsas, utilizadas como instrumento de poder o destrucción. Pero no por ello debemos dejar de escuchar a las víctimas reales”.

Esa frase, pronunciada en una reunión interna del Vaticano y citada por News Digitales, fue leída como una defensa indirecta pero decidida. Para muchos, el entonces Papa intentó proteger a quien consideraba un hombre de Iglesia con autoridad moral, a pesar de las controversias. Y aunque Francisco, obviamente, murió antes del cónclave de 2025, su legado político pesó enormemente. Como señaló un cardenal latinoamericano:

“La figura de Prevost venía avalada por Francisco. Eso influyó más que cualquier campaña en su contra. Fue el día en que la credibilidad venció al ruido”.

La elección de León XIV, en este sentido, no puede desligarse del último movimiento político de su antecesor.

Reacciones de líderes religiosos: entre la incomodidad y la defensa matizada

Las reacciones dentro del mundo eclesiástico no han sido unánimes. Algunos altos prelados optaron por el silencio, otros por respaldos matizados. El cardenal alemán Reinhard Marx expresó:

“La elección del Papa debe inspirar confianza. Si hay heridas abiertas, deben atenderse de inmediato con verdad y justicia”.

Desde EE.UU., el cardenal Timothy Dolan se mostró más cauto:

“Confío en la integridad de Prevost. Pero es vital que las dudas se disipen con hechos, no con discursos”.

Mientras tanto, sectores más críticos del clero latinoamericano piden una revisión profunda del proceso de selección de líderes en la Iglesia, con mayor participación laical y mecanismos de control previos al ascenso eclesiástico.

Comunidades locales peruanas: fe herida y reclamo de reparación

En Chiclayo, donde ocurrieron las denuncias de encubrimiento, la elección de Prevost como Papa cayó como un balde de agua fría. Varias comunidades afectadas han retomado sus reclamos. Carlos G., uno de los denunciantes, declaró:

“Lo buscamos durante años. Le escribimos cartas. Nunca respondió. Ahora lo vemos en Roma y sentimos que nuestra voz fue ignorada”.

Organizaciones de víctimas en Perú y Chile han emitido comunicados pidiendo a León XIV un acto público de reconocimiento y una investigación eclesial independiente. En tanto, el episcopado peruano se ha limitado a expresar “oraciones por la unidad de la Iglesia”.

Estrategias de León XIV para restaurar la confianza

En sus primeros gestos como Papa, León XIV busca marcar una diferencia. Sabe que la sospecha no desaparecerá con el silencio. Por eso, anunció:

  • La formación de una comisión internacional independiente para revisar los casos de abuso en América Latina entre 2010 y 2020, con participación laica y femenina.

  • Una revisión del proceso canónico para juzgar a obispos que hayan omitido o encubierto denuncias.

  • Una reunión continental con las conferencias episcopales de América y Europa en julio, bajo el lema “Iglesia creíble, Iglesia viva”.

En su primer discurso público como pontífice, remarcó:

“La Iglesia no debe temer a la verdad, por dolorosa que sea. Quien ama, escucha. Quien lidera, responde. Estoy aquí para ambos”.

Reacciones globales: la conmoción trasciende fronteras religiosas

El impacto de la elección de León XIV y la polémica que arrastra desde Perú no se ha limitado al ámbito católico. Líderes de otras religiones también han reaccionado, marcando preocupaciones éticas, institucionales y diplomáticas. Estas voces reflejan el rol global que ocupa el Vaticano en el escenario religioso e incluso geopolítico.

Desde el mundo judío, el rabino Abraham Skorka —figura clave del diálogo interreligioso durante el pontificado de Francisco— expresó su inquietud en un foro interconfesional en Nueva York:

“Cuando hay heridas abiertas, la elección de líderes debe pasar por el filtro de la ética, no solo del carisma o la diplomacia. El Papa tiene un rol moral que trasciende su Iglesia. Las víctimas deben ser oídas, y sus voces no deben ser consideradas ruido”.

Por su parte, el Gran Imán de Al-Azhar, Ahmed al-Tayeb, emitió un comunicado más diplomático pero significativo:

“Esperamos que el nuevo Papa se comprometa firmemente con la justicia, especialmente en temas sensibles que afectan a los más vulnerables. La fe verdadera no puede estar separada de la responsabilidad”.

En tanto, Justin Welby, arzobispo de Canterbury y líder de la Comunión Anglicana, mostró una reacción ambigua, pero envió una advertencia velada:

“Oramos por León XIV. Pero también oramos por los que han sido silenciados por estructuras de poder. Ninguna institución, por sagrada que sea, está por encima de la verdad”.

En Asia, líderes budistas de Japón y Tailandia expresaron preocupación por el impacto de estos escándalos en la percepción de las religiones como espacios seguros. Un monje del templo Senso-ji en Tokio afirmó:

“Cuando los líderes religiosos pierden credibilidad por ignorar el dolor, toda la espiritualidad se debilita. El ejemplo debe venir desde arriba”.

Estas reacciones reflejan una verdad incómoda: la figura del Papa no solo habla a los católicos, sino que es observada —y juzgada— por el mundo entero.

Relaciones con Estados Unidos: tensión creciente con el principal sostenedor de la Iglesia

La elección de León XIV se produjo en un contexto geopolítico sensible para el Vaticano, especialmente respecto a Estados Unidos, país que representa no solo una potencia global sino también la base financiera más poderosa de la Iglesia Católica. En 2024, el 35% del financiamiento directo e indirecto de la Santa Sede provino de diócesis, fundaciones y donantes privados estadounidenses, una cifra que revela tanto la dependencia como la sensibilidad del vínculo.

Pero el escándalo por las denuncias de encubrimiento en Perú ha encendido alarmas en Washington. Varios miembros del Congreso, tanto demócratas como republicanos, han expresado preocupación por la elección papal. La senadora demócrata Amy Klobuchar afirmó en un comunicado:

“El Vaticano debe saber que su autoridad moral en el mundo está en juego. Las instituciones religiosas no pueden seguir premiando el silencio ante el abuso”.

Más contundente fue el congresista republicano Josh Hawley:

“Si la Iglesia quiere seguir recibiendo apoyo de los católicos estadounidenses, tiene que demostrar que está dispuesta a limpiar su casa, incluso si eso significa revisar la legitimidad del actual pontífice”.

Desde el lado eclesiástico, la tensión no es menor. Obispos estadounidenses como Joseph Strickland, crítico frecuente del Vaticano, han dejado entrever un posible distanciamiento:

“Amamos a la Iglesia, pero debemos exigir verdad, transparencia y arrepentimiento. El respeto a la figura papal no implica renunciar a la justicia”.

Al mismo tiempo, sectores progresistas dentro del catolicismo estadounidense —como la revista America Magazine y el National Catholic Reporter— han pedido que León XIV convoque rápidamente a un Sínodo extraordinario sobre abuso clerical, con representación de víctimas, mujeres y líderes laicos.

Detrás de estos gestos hay algo más profundo: el temor a una ruptura moral entre Roma y la Iglesia de Estados Unidos, una fractura que, si no es contenida, podría repercutir en la estructura misma del poder vaticano.

Y en plena presidencia de Donald Trump, que mantiene una relación ambivalente con el catolicismo y ha usado temas religiosos como arma política, cualquier signo de debilidad institucional en Roma podría ser explotado en clave ideológica o electoral.

¿Un nuevo ciclo o el eterno retorno del silencio?

El caso Prevost muestra la tensión central del catolicismo contemporáneo: entre la necesidad de limpieza moral y la tentación institucional de cerrar filas. La herencia de Francisco fue, en parte, su fe en hombres como Prevost. Pero el tiempo dirá si esa fe se traduce en justicia o en desilusión.

León XIV enfrenta una tormenta que lo desafía no por lo que hará mañana, sino por lo que representa hoy: ¿puede la Iglesia confiar en quien no escuchó a tiempo? ¿Puede un Papa convertirse en el símbolo de la reparación cuando carga con la omisión?

La Iglesia global está en juego. El nuevo Papa también.

Relacionadas
Más Noticias