
El presidente de Bolivia, Luis Arce, anunció el lunes 13 de mayo su decisión de no presentarse como candidato a la reelección en los comicios generales previstos para agosto de 2025. En un mensaje televisado al país, justificó su declinación como un gesto de responsabilidad hacia la unidad de la izquierda boliviana y una advertencia ante el riesgo de que la derecha recupere el poder.
Arce remarcó que la división interna dentro del Movimiento al Socialismo (MAS) podría facilitar una derrota electoral, y por eso instó al expresidente Evo Morales a seguir su ejemplo. "No hay espacio para los intereses personales cuando está en juego el proyecto histórico del pueblo boliviano", afirmó el mandatario.
La respuesta de Morales no tardó en llegar. A través de sus redes sociales, el exmandatario se negó a declinar su candidatura, afirmando que "solo el pueblo puede pedirme que decline" y reiteró que su motivación no es personal, sino política. Morales ha insistido en su postulación a pesar del fallo del Tribunal Constitucional que limita el número de reelecciones presidenciales.
🇧🇴 | ÚLTIMA HORA — El presidente boliviano Luis Arce anuncia que no se presentará a la reelección en agosto y llama a Evo Morales a hacer lo mismo. pic.twitter.com/uGhMYyCtRp
— UHN Plus (@UHN_Plus) May 14, 2025
En este contexto de fractura, surge la figura de Andrónico Rodríguez, actual presidente del Senado y exdirigente cocalero, como posible alternativa de consenso dentro del MAS. El joven dirigente, que fue considerado en su momento heredero político de Morales, se ha distanciado del exmandatario y ha pedido una "unidad verdadera y transparente, sin pactos oscuros".
Rodríguez anunció su candidatura el pasado 3 de mayo en Oruro, respaldado por varios sectores sindicales y sociales. Su perfil joven y su trayectoria desde las bases sociales podrían consolidarlo como un candidato con potencial de renovación dentro de una izquierda golpeada por los conflictos internos y la crisis económica.
El escenario electoral boliviano se enmarca en una situación crítica: la economía atraviesa por un proceso de inflación sostenida, escasez de combustibles y devaluación del boliviano, lo que ha erosionado la popularidad de Arce y ha alimentado las tensiones dentro del oficialismo. La incapacidad de articular una respuesta económica clara ha debilitado la legitimidad del gobierno.
Solo el pueblo puede pedirme que decline la candidatura. No tenemos ambiciones personales. Vamos a obedecer el mandato del pueblo para salvar, otra vez, Bolivia.
— Evo Morales Ayma (@evoespueblo) May 14, 2025
Nunca renunciaremos a nuestra conciencia revolucionaria. Con la fuerza del pueblo seguimos de pie.
Una vez más… pic.twitter.com/GRu0a3FrXW
La renuncia de Arce puede leerse también como un intento por descomprimir el conflicto con Morales, que desde hace meses viene cuestionando su gestión y planteando una narrativa de traición al proyecto del "proceso de cambio". Sin embargo, lejos de suavizar el conflicto, su decisión ha expuesto aún más las fisuras estructurales dentro del MAS.
Mientras tanto, la oposición no ha logrado articular un liderazgo claro ni una coalición unificada que pueda capitalizar la crisis del oficialismo. La incertidumbre sigue dominando el panorama político, y el desenlace dependerá de si el MAS logra reorganizarse en torno a una figura que concilie a sus distintas alas.
🇧🇴 | LO ÚLTIMO: El presidente de Bolivia, Luis Arce, declina su candidatura presidencial para las Elecciones de agosto.
— Alerta Mundial (@AlertaMundoNews) May 14, 2025
“No seré factor de división del voto popular y mucho menos facilitaré un proyecto de derecha fascista”, aseguró. pic.twitter.com/pOAVzdMfwk
El gesto de Luis Arce, aunque sorpresivo, se inscribe en un intento por preservar la viabilidad electoral del Movimiento al Socialismo en un contexto de alta fragmentación interna. Su renuncia no solo representa una maniobra táctica para evitar una derrota del oficialismo en las urnas, sino que también revela el grado de aislamiento político en el que se encontraba, debilitado por disputas con Evo Morales y una gestión económica cuestionada. Este movimiento abre la puerta a una renovación generacional dentro del MAS, donde actores como Andrónico Rodríguez emergen con fuerza. Sin embargo, también intensifica la competencia interna y el riesgo de una fractura irreversible en el partido que ha sido el eje del poder boliviano en los últimos 20 años.