14/05/2025 - Edición Nº827

Internacionales

Regalo polémico

El misterioso obsequio de Qatar al presidente de Estados Unidos, Donald Trump

14/05/2025 | El presidente de EE.UU. confirmó que usará el lujoso avión catarí, valorado en US$400 millones, como aeronave presidencial temporal.



El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, confirmó este 13 de mayo que aceptará un Boeing 747-8 de lujo, valorado en aproximadamente 400 millones de dólares, como un regalo de la familia real de Qatar. La aeronave será utilizada como Air Force One provisional, mientras continúa el proceso de fabricación de los nuevos aviones presidenciales.

Trump justificó la decisión como una medida de ahorro para los contribuyentes, alegando que la aeronave catarí es completamente funcional y puede cumplir con los estándares presidenciales mientras se espera la entrega de los modelos encargados durante su primer mandato, cuya finalización se ha retrasado hasta 2027.

La noticia generó reacciones inmediatas tanto en Washington como en el ámbito internacional. Críticos demócratas y republicanos manifestaron su inquietud ante lo que consideran una posible violación a la Cláusula de Emolumentos de la Constitución de Estados Unidos (Artículo I, Sección 9, Cláusula 8), la cual establece que "ninguna persona que ocupe un cargo de beneficio o confianza en el Gobierno de los Estados Unidos podrá aceptar, sin el consentimiento del Congreso, ningún presente, emolumento, oficio o título, de cualquier clase, de ningún rey, príncipe o estado extranjero". Esta disposición busca evitar conflictos de interés y preservar la independencia de los funcionarios frente a influencias foráneas.

Además de las cuestiones legales, los riesgos potenciales del uso de un avión entregado por una potencia extranjera, incluyendo la posibilidad de espionaje electrónico o sistemas de comunicación comprometidos, lo que supondría un serio riesgo para la seguridad nacional.

El antecedente más comparable a este caso es simbólico más que literal. Presidentes anteriores como Barack Obama o George W. Bush recibieron obsequios lujosos de monarcas y líderes extranjeros, desde joyas hasta arte valioso. Sin embargo, esos regalos fueron entregados al Estado y resguardados por los Archivos Nacionales. Ninguno fue usado con fines oficiales.

En 2017, el propio Trump había acusado públicamente a Qatar de ser un "patrocinador del terrorismo de alto nivel", en el marco de la crisis diplomática del Golfo. Esta aceptación, en ese contexto, ha sido interpretada por algunos analistas como un viraje pragmático, o incluso cínico, en su relación con el emirato árabe.

Mientras tanto, el Departamento de Defensa y el Servicio Secreto han iniciado una revisión de seguridad sobre la aeronave. Aunque Trump aseguró que será reacondicionada con tecnología estadounidense, la desconfianza persiste sobre el nivel de independencia tecnológica que realmente podría garantizarse.

Conclusión

Más allá del lujo o la excentricidad, la decisión de Trump de aceptar un avión de $400 millones como regalo estatal expone grietas profundas en los mecanismos de control institucional de Estados Unidos. Se reaviva el debate sobre la ética presidencial, el rol del Congreso como contrapeso, y la posibilidad de que el poder Ejecutivo actúe sin restricciones claras frente a obsequios de actores extranjeros con intereses geopolíticos. En este caso, la figura del presidente deja de ser solo institucional y se convierte en un canal de diplomacia personal que bordea los límites legales y morales. Trump transforma un gesto diplomático en una narrativa de poder, pragmatismo y provocación, sin medir del todo las consecuencias estratégicas y simbólicas de subordinar la imagen del Air Force One a una monarquía del Golfo.