
Guatemala avanza hacia una matriz energética más diversificada y sostenible. La Comisión Nacional de Energía Eléctrica (CNEE) ha aprobado ocho nuevos proyectos solares que en conjunto generarán 413 megavatios (MW), suficientes para abastecer a aproximadamente 430.000 usuarios en todo el país.
Las plantas estarán ubicadas en distintas regiones, desde la Costa Sur hasta el oriente guatemalteco, con entradas en operación previstas entre 2025 y 2028. Cinco de los proyectos ya cuentan con la aprobación definitiva, mientras que tres están pendientes de resolución por parte de la CNEE.
Entre los proyectos más destacados figura la Planta Solar Santo Tomás, en Jalpatagua (Jutiapa), con una capacidad de 100 MW y una puesta en marcha proyectada para 2028. También sobresale la Planta Solar Yolanda, promovida por la empresa Ecoener, parte de una expansión ambiciosa del sector privado en energías limpias.
Hoy, la energía solar representa apenas el 2,5% de la matriz energética guatemalteca, pero con la implementación de estos proyectos se prevé un salto cuantitativo importante. Según Astrid Perdomo, directora ejecutiva de la Asociación de Generadores de Energía Renovable (AGER), el potencial solar del país podría alcanzar hasta 7.000 MW, lo cual posicionaría a Guatemala como líder regional en generación limpia.
Las ventajas económicas también son relevantes. Instalar un megavatio de capacidad en una planta hidroeléctrica puede costar hasta US$3 millones, mientras que en una planta solar ronda los US$650.000. Además, las plantas solares pueden instalarse en plazos menores a un año, ofreciendo una respuesta ágil a la creciente demanda eléctrica nacional.
Desde el punto de vista ambiental, la expansión de estas infraestructuras contribuye directamente a la reducción de gases de efecto invernadero y refuerza los compromisos climáticos asumidos por el país.
El impulso de Guatemala hacia la energía solar no es solo una apuesta ecológica: es una decisión geopolítica y económica ante un escenario regional vulnerable a los precios de los hidrocarburos y al cambio climático. La rapidez de instalación, los bajos costos y la capacidad de generación convierten a estos proyectos en herramientas estratégicas para fortalecer la seguridad energética del país.
A mediano plazo, esta política puede colocar a Guatemala en una posición de liderazgo energético centroamericano. Pero el éxito dependerá de la coordinación entre el Estado, la inversión privada y la regulación efectiva. Lo que está en juego no es solo luz eléctrica: es el modelo de desarrollo del futuro.