19/05/2025 - Edición Nº832

Internacionales

Gran conmoción política

Joe Biden tiene cáncer con metástasis ósea: reacciones en Estados Unidos, Trump y Kamala Harris

19/05/2025 | El expresidente de 82 años sufre un cáncer de próstata agresivo. Trump, Harris y líderes demócratas expresaron su apoyo mientras crecen las dudas sobre su salud y su legado.



Un diagnóstico que sacude al Partido Demócrata fue revelado cuando Joe Biden, presidente de Estados Unidos entre 2021 y 2025, fue diagnosticado con un cáncer de próstata agresivo que ya se ha extendido a los huesos. La noticia, confirmada oficialmente el domingo 18 de mayo, marca un giro dramático en la vida del líder demócrata, quien se retiró tras haber sido candidato para renovar la presidencia de Estados Unidos y luego dado de baja y que su vice Harris pierda frente a Donald Trump.

El diagnóstico, según su equipo médico, indica un Grupo de Grado 5 en la escala de Gleason, lo que implica una forma muy agresiva de la enfermedad. A los 82 años, y con metástasis ósea, Biden enfrenta una etapa avanzada del cáncer que ya no es curable, aunque aún tratable.

Tratamientos hormonales: lo que puede y no puede hacerse

Dado que el cáncer sigue siendo hormonosensible, los médicos optarán por terapias que bloqueen los efectos de la testosterona. Entre las opciones más eficaces están:

Inhibidores del receptor androgénico como enzalutamida o abiraterona

Agentes de supresión hormonal (agonistas o antagonistas de la LHRH)

Radioterapia localizada para tratar zonas específicas de metástasis

Quimioterapia paliativa, en función de la respuesta del organismo

En este estadio, la cirugía no se considera viable. El objetivo es controlar la progresión del cáncer, aliviar síntomas y preservar calidad de vida.

Metástasis ósea: un factor clave en el pronóstico

La extensión del cáncer a los huesos complica el tratamiento y reduce las probabilidades de supervivencia a largo plazo. En estos casos, la enfermedad suele generar dolor crónico, fracturas, e incluso comprometer la movilidad.

La expectativa de vida puede variar entre 2 y 5 años, según el estado general del paciente, la agresividad del tumor y la respuesta al tratamiento. A la edad de Biden, la tolerancia a los efectos secundarios es otro desafío crítico.

Trump, Kamala y el arco político reaccionan

La noticia desató reacciones inmediatas en todo el espectro político estadounidense. El presidente Donald Trump, actual jefe de Estado, envió un mensaje escueto pero conciliador: “Mis pensamientos están con el expresidente Biden y su familia”.

Kamala Harris, exvicepresidenta y candidata derrotada en las presidenciales de 2024, se mostró más emotiva: “Joe es un luchador. Enfrentará esto como siempre ha enfrentado los desafíos de su vida”.

Líderes demócratas como Chuck Schumer y Bernie Sanders destacaron su legado y expresaron solidaridad, mientras desde el ala republicana algunos legisladores, como Josh Hawley, sugirieron que la enfermedad podría haberse ocultado en el pasado.

La frase olvidada de 2022 que hoy resuena con fuerza

En junio de 2022, durante una rueda de prensa sobre medioambiente, Biden hizo una afirmación desconcertante: “Tengo cáncer”. El comentario fue rápidamente desmentido por su equipo, que aclaró que se refería a lesiones cutáneas tratadas años antes.

Sin embargo, la frase volvió a circular tras el anuncio actual, especialmente porque en ese mismo discurso Biden relacionó su diagnóstico con la exposición a contaminantes industriales durante su infancia: “Mi madre usaba el limpiaparabrisas para quitar literalmente la mancha de aceite de la ventana. Esa es la razón por la que yo y tantas otras personas tenemos cáncer”.

El diagnóstico y sus consecuencias políticas

La enfermedad de Joe Biden no ocurre en el vacío. Llega en un momento de reconfiguración del mapa político estadounidense, tras la victoria de Donald Trump en 2024, el desgaste del Partido Demócrata y la falta de liderazgos consolidados en la oposición.

Aunque Biden ya no ocupa cargos públicos, su figura seguía siendo un símbolo de resistencia frente al trumpismo. Su presencia activa en foros internacionales, universidades y espacios progresistas lo mantenía como una voz influyente. El cáncer, ahora, lo retira por completo del tablero político.

Para el Partido Demócrata, el impacto es doble:

Emocional y simbólico: Biden encarnó una etapa de unidad y moderación que ahora parece cada vez más lejana. Su caída personal deja un vacío de autoridad moral justo cuando el partido busca reposicionarse tras su derrota electoral.

Estratégico: Kamala Harris, quien fue su heredera natural, está debilitada. Otros liderazgos —como Gretchen Whitmer, Gavin Newsom o Pete Buttigieg— aún no logran consolidarse a nivel nacional. En este escenario, la noticia reactiva el debate interno sobre el futuro del progresismo estadounidense.

Del lado republicano, la reacción institucional de Trump fue medida, pero no hay dudas de que su entorno evaluará el efecto simbólico de esta enfermedad como un punto más de contraste entre un expresidente frágil y un liderazgo conservador que se presenta como vigoroso, fuerte y “restaurador”.

En resumen, la salud de Biden deja de ser solo un dato personal para convertirse en una variable política que pesará, silenciosamente, en las discusiones internas del Partido Demócrata, en el discurso del trumpismo, y en la narrativa de un país que sigue polarizado entre dos visiones muy distintas de su futuro.