
China y Dinamarca celebraron este lunes el 75º aniversario del establecimiento de sus relaciones diplomáticas con una reunión de alto nivel entre sus cancilleres. Wang Yi, jefe de la diplomacia china y miembro del Buró Político del Partido Comunista, recibió en Beijing a Lars Løkke Rasmussen, ministro de Asuntos Exteriores danés.
Ambos reafirmaron la voluntad de consolidar una "asociación estratégica integral" basada en el respeto mutuo y en una cooperación verde de alto nivel. El diálogo dejó claro que ambas potencias coinciden en una visión multilateral frente a un escenario global de creciente polarización.
Uno de los puntos más sensibles abordados fue la cuestión territorial. Wang Yi destacó el compromiso de China con la soberanía de Dinamarca, en referencia a Groenlandia. El mensaje fue nítido: China se posiciona en defensa del orden territorial actual.
En reciprocidad, Rasmussen reafirmó el apoyo de Dinamarca al principio de una sola China, que incluye la soberanía sobre Taiwán. Este intercambio de respaldos mutuos no es menor: se produce en medio de una escalada retórica global sobre integridad territorial y soberanía nacional.
China propuso colocar el desarrollo verde como eje de la cooperación bilateral. Wang Yi señaló que su país sigue apostando por una apertura económica de alto nivel y dio la bienvenida a inversiones danesas. A su vez, instó a que Dinamarca garantice un ambiente justo y no discriminatorio para las empresas chinas.
En ese marco, se discutió la expansión de vínculos en ciencia, tecnología, economía verde y comercio. La apertura mutua parece consolidarse como respuesta al estancamiento del orden liberal tradicional y al auge de políticas proteccionistas.
Wang también recordó que 2025 marca el 50º aniversario de las relaciones entre China y la Unión Europea. En este contexto, pidió a Dinamarca un rol activo en la estabilización del vínculo entre Beijing y Bruselas.
La voluntad de impulsar un eje UE-China moderado parece encontrar eco en países medianos como Dinamarca, que perciben riesgo en un desacoplamiento total entre Occidente y el gigante asiático.
El encuentro entre Wang y Rasmussen ilustra una estrategia diplomática sostenida por China: fortalecer sus lazos con países europeos que, sin ser potencias decisorias dentro del eje atlántico, pueden actuar como mediadores o aliados puntuales.
Dinamarca, con su perfil atlántico y su rol en el Ártico, es una ficha importante. Para China, apoyarla en temas como Groenlandia es una forma de mostrar adhesión al derecho internacional, mientras asegura apoyos a su propia narrativa soberana en Asia. Por su parte, Copenhague busca ampliar sus horizontes económicos sin romper puentes con Washington ni Bruselas.
Este tipo de encuentros bilaterales se consolidan como herramientas clave en una diplomacia global cada vez más atomizada, donde las alianzas ya no se estructuran sólo entre bloques, sino entre intereses concretos y visiones pragmáticas del nuevo orden internacional.