
Chile presentó paneles solares con 30 % más de eficiencia en el desierto de Atacama. La tecnología -desarrollada por la Universidad de Antofagasta y la start‑up AndesSun- aprovecha nuevas celdas de perovskita híbrida que resisten temperaturas extremas.
La radiación solar de 2 800 kWh/m²‑año convierte al Atacama en el sitio ideal para pruebas a gran escala. El piloto inicial ya generó 2 000 empleos directos en construcción y mantenimiento, integrando a técnicos de comunidades atacameñas.
Inversiones de consorcios chinos y alemanes suman US$ 520 millones para la fase comercial. El proyecto incluye una planta de ensamblaje en Antofagasta que reducirá en 18 % los costos logísticos y fomentará transferencia tecnológica.
Con esta expansión, el 25 % de la matriz eléctrica chilena proviene hoy de renovables y el gobierno proyecta 40 % para 2030. El modelo chileno ya atrae la atención de México y Perú, que buscan replicar su marco de licitaciones verdes.
Greenpeace advierte que la creciente minería de litio para sistemas de almacenamiento amenaza salares frágiles. El riesgo incluye pérdida de biodiversidad y competencia por el agua con productores de quinoa.
El Ministerio de Medio Ambiente lanzó un Plan de Mitigación del Litio que obliga a restaurar 1 ha de humedal por cada 0,3 ha intervenida y a publicar balances hídricos mensuales. Empresas como SQM deberán financiar monitoreo comunitario.
La estatal ENAMI y la ONG Desierto Vivo capacitan a 500 jóvenes en instalación fotovoltaica y operación de drones de inspección. Además, un subsidio de 35 % sobre el equipo permitirá que 300 familias rurales conecten micro‑paneles a la red antes de 2026.
El impulso a la formación técnica no solo busca mejorar la empleabilidad en zonas aisladas, sino también fomentar un sentido de pertenencia en la transición energética. La inclusión de comunidades históricamente marginadas podría convertirse en modelo regional.
La experiencia chilena demuestra que la energía verde puede combinar innovación, empleo y justicia cuando existe un marco regulatorio claro y participación local. Con políticas de reciclaje de baterías y protección de los salares, la región puede escalar la transición renovable sin sacrificar sus ecosistemas.
Apostar por el sol no es solo una opción tecnológica; es la vía más rápida y limpia hacia la prosperidad sostenible de América Latina. El modelo chileno marca una hoja de ruta concreta para países con alto potencial solar y necesidad de desarrollo equitativo.