
En una decisión política que reaviva el conflicto palestino-israelí y sacude la diplomacia global, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, admitió esta semana que su gobierno aprobó el envío de dinero de Qatar hacia la Franja de Gaza para debilitar a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y, en la práctica, fortalecer a Hamás, el grupo que hoy encabeza la resistencia armada contra Israel.
Esta confesión no solo generó un fuerte escándalo en Israel, sino que ya provoca impacto a nivel internacional. Para muchos analistas, esta decisión es clave para entender por qué Hamás fue capaz de lanzar el ataque del 7 de octubre de 2023, que dejó más de 1.200 muertos en Israel. El dinero que llegó desde Doha, con aprobación israelí, habría terminado en manos de milicianos armados.
2007: Hamás toma el control de la Franja de Gaza, expulsando a la ANP.
2012-2018: Qatar comienza a enviar fondos a Gaza como ayuda humanitaria.
2018: El Gabinete de Seguridad israelí autoriza oficialmente estas transferencias, con apoyo de Netanyahu. Objetivo: debilitar a la ANP (que gobierna en Cisjordania y es reconocida por la ONU).
2020-2022: Israel sigue permitiendo los fondos pese a alertas del Shin Bet sobre el uso de parte del dinero por parte del ala militar de Hamás.
7 de octubre de 2023: Hamás lanza el ataque más letal contra Israel en décadas.
2025: Netanyahu reconoce que la estrategia fue una apuesta para dividir a los palestinos, pero terminó fortaleciendo al enemigo.
Estados Unidos (presidencia de Trump): Aunque la Casa Blanca de Donald Trump no criticó directamente a Netanyahu, varios funcionarios del Departamento de Estado expresaron preocupación por la estrategia israelí. En privado, asesores de Trump habrían reconocido que esta revelación “complica los esfuerzos de estabilización regional impulsados por Washington”.
Unión Europea: Varios países, encabezados por Francia y España, cuestionaron abiertamente la decisión israelí de financiar a un grupo al que luego combatió. Bruselas pidió una revisión urgente de las políticas de apoyo humanitario en zonas de conflicto.
Gobiernos árabes: Jordania y Egipto, que históricamente actuaron como mediadores, denunciaron que esta estrategia "saboteó deliberadamente" los esfuerzos de reconciliación entre las facciones palestinas. En las calles de Ramala y El Cairo, se registraron manifestaciones de repudio a Israel.
La confesión de Netanyahu debilita gravemente cualquier intento futuro de reanudar negociaciones de paz entre Israel y Palestina. La revelación de que Israel permitió durante años el fortalecimiento de Hamás para debilitar a la ANP -el único actor palestino con reconocimiento diplomático global- mina la confianza de los interlocutores y deja a los mediadores sin margen de maniobra.
Para muchos expertos, se confirma que la división palestina no fue un obstáculo inevitable, sino una condición promovida por Israel para evitar un interlocutor único y legítimo. Ahora, esa estrategia parece haber explotado en las manos de su propio diseñador.
¿Por qué esto es importante? Imaginá que hay dos grupos en tu barrio que se llevan mal. En lugar de ayudar a que se pongan de acuerdo, uno de los vecinos decide darle plata al grupo más violento para que moleste al otro. Lo hace porque cree que así el grupo pacífico se va a cansar. Pero un día, el grupo violento se vuelve tan fuerte que ataca a todo el barrio, incluso al vecino que le daba la plata. Eso es lo que, en parte, pasó entre Israel y Hamás.
La decisión de financiar indirectamente a Hamás fue una jugada de alto riesgo que ahora pone a Netanyahu en el centro de las críticas. En un contexto donde Estados Unidos, bajo el liderazgo de Donald Trump, intenta construir una nueva arquitectura de seguridad regional, esta revelación complica los equilibrios y reaviva las tensiones. La confianza, ya erosionada, se convierte en el recurso más escaso en el camino hacia la paz.