
El proyecto de ley de eutanasia en Chile continúa en discusión en el Senado, sin haber sido aprobado. Aunque el presidente Gabriel Boric anunció en su cuenta pública de 2024 que impulsaría con urgencia esta iniciativa, hasta la fecha, el proyecto no ha registrado avances significativos en su tramitación legislativa.
Este proyecto, que busca permitir a pacientes con enfermedades terminales solicitar asistencia médica para morir bajo estrictas condiciones, ha sido promovido como un acto de empatía y respeto por la autonomía personal.
Sin embargo, enfrenta una fuerte oposición de sectores conservadores y de la Iglesia Católica, que consideran la eutanasia como un acto de violencia. Estas tensiones han dificultado un consenso legislativo y han profundizado la polarización en torno al tema.
La falta de prioridad efectiva por parte del Ejecutivo también ha sido criticada por sectores progresistas que esperaban una tramitación más ágil.
El proyecto establece que solo personas mayores de 18 años, con enfermedades terminales certificadas por dos médicos y un pronóstico de vida inferior a seis meses, podrán solicitar la eutanasia. Los pacientes deben expresar su voluntad de manera voluntaria, reiterada y por escrito.
Además, un comité ético revisará cada solicitud para evitar coerción. Los médicos podrán acogerse a la objeción de conciencia, pero los hospitales públicos estarán obligados a garantizar el acceso al procedimiento.
“Necesito la certeza de que hay una opción aparte de morir lentamente”: Susana lleva 22 años postrada y pide eutanasiahttps://t.co/GOKp4KyEGd
— La Cuarta (@lacuarta) May 23, 2025
Una encuesta nacional reveló que el 75% de los chilenos apoya la eutanasia en casos terminales. Sin embargo, el respaldo disminuye significativamente en zonas rurales y entre comunidades religiosas, donde el rechazo sigue siendo fuerte.
Mientras tanto, las campañas a favor y en contra han ocupado espacios clave en medios y redes sociales, intensificando el debate sobre la autonomía individual y los límites del Estado.
Pacientes terminales y sus familias han expresado su apoyo a la iniciativa. El caso de una mujer con distrofia muscular, convertida en símbolo del movimiento por el derecho a morir dignamente, ha generado empatía y renovado la presión pública sobre los legisladores.
Organizaciones civiles han lanzado guías y recursos para acompañar a las familias mientras se debate la ley, aunque persiste el temor de que la burocracia dilate su eventual implementación.
Si finalmente se aprueba, Chile se sumaría a Colombia y Ecuador como los únicos países de América Latina en permitir la eutanasia. Este cambio lo posicionaría como un referente regional en políticas de salud y derechos individuales.
Sin embargo, el prolongado estancamiento del proyecto y la falta de una fecha concreta para su votación generan incertidumbre sobre el desenlace del proceso.
Según última encuesta CEP nuestra ley de #Eutanasia tiene sólo 11% de rechazo.
— Vlado Mirosevic (@vladomirosevic) October 2, 2024
Igual que Ley de Divorcio esta discusión ya la zanjó la sociedad chilena hace rato. Ahora sólo falta que lo haga el Congreso Nacional. pic.twitter.com/Jc71QbcZXt
La legalización de la eutanasia en Chile representa un desafío complejo que enfrenta tensiones entre la autonomía personal y las sensibilidades culturales. El éxito del proyecto dependerá de la capacidad del Estado para equilibrar estos factores y avanzar en la tramitación legislativa.
En un país donde la muerte sigue siendo un tema tabú, la discusión sobre la eutanasia plantea preguntas fundamentales sobre el derecho a decidir. La resolución de este debate marcará un hito para el futuro de los derechos civiles en Chile.