
Daniel Noboa jurará como presidente de Ecuador por segunda vez, tras haber sido reelegido con más del 55 % de los votos en la segunda vuelta electoral frente a Luisa González, candidata del correísmo. La ceremonia, que tendrá lugar en la Asamblea Nacional de Quito, marcará el inicio de un mandato que se extiende hasta 2029 y que proyecta un nuevo equilibrio político en el país.
A diferencia de su primer mandato, este nuevo periodo se inicia con una mayoría legislativa. Su movimiento, Acción Democrática Nacional (ADN), ha conformado una alianza con el Partido Social Cristiano y sectores del bloque indígena Pachakutik, permitiéndole controlar el poder legislativo por primera vez en una década. Esta composición parlamentaria abre una ventana de oportunidad inédita para avanzar en reformas estructurales que habían sido bloqueadas en el pasado.
Aunque algunos analistas describen esta mayoría como “frágil”, lo cierto es que representa un capital político clave. Con ella, Noboa puede activar una agenda que incluye reformas fiscales, políticas de seguridad integral y una ambiciosa modernización del aparato productivo. Su primer mandato ya se destacó por medidas firmes contra el crimen organizado, como la militarización de zonas críticas, que lograron reducir parcialmente los homicidios.
En paralelo, el nuevo mandato comienza con apoyo internacional. Presidentes como los de Colombia y Perú, así como representantes de Estados Unidos y Corea del Sur, asistirán a la ceremonia. Este respaldo no solo fortalece su imagen regional, sino que abre canales para el ingreso de nuevas inversiones y acuerdos estratégicos que pueden acelerar la recuperación económica.
Felicitaciones @NielsOlsenP, la Asamblea dejará de ser un freno para ser un motor.
— Daniel Noboa Azin (@DanielNoboaOk) May 14, 2025
Hoy tenemos la oportunidad histórica de darle gobernabilidad a un país que no la ha conocido en mucho tiempo. Ahora todos a trabajar. pic.twitter.com/btVhgYiKMn
No obstante, la oposición, en especial el bloque correísta, ha anunciado que no participará en el acto de posesión, en señal de rechazo político. A pesar de ello, el gobierno no parece debilitado: cuenta con la legitimidad del voto popular y la cohesión interna de su coalición.
Noboa encara retos urgentes como el déficit fiscal, el desempleo juvenil y la inseguridad urbana, pero lo hace desde una posición fortalecida. Su mensaje de modernización, eficiencia estatal y orden público parece haber resonado con una mayoría de votantes que buscan estabilidad sin volver al pasado.
El segundo mandato de Daniel Noboa no solo confirma su ascenso como una figura central en la política ecuatoriana, sino que establece un nuevo ciclo de gobernabilidad con visión reformista. Su liderazgo ha logrado consolidar una coalición legislativa amplia y un respaldo internacional que pocos mandatarios ecuatorianos recientes han disfrutado.
Su capacidad para construir consensos legislativos y proyectarse internacionalmente podría marcar una inflexión positiva para un país que, por años, transitó entre la polarización y la inestabilidad. Noboa inicia este periodo con el respaldo necesario para romper la parálisis estructural que afectó a Ecuador por más de una década, abriendo una nueva etapa de reformas y estabilidad institucional.