
Los ciudadanos de Surinam acudirán a las urnas para renovar la Asamblea Nacional y definir quién liderará el país hasta 2030. La elección tiene un carácter excepcional: el nuevo gobierno estará a cargo de gestionar el prometido boom petrolero derivado del desarrollo del campo offshore Gran Morgu, operado por TotalEnergies, cuya producción comercial está prevista para comenzar en 2028.
En este contexto, se espera una participación cercana al 75 % de los 400 000 votantes habilitados, quienes también elegirán 784 representantes regionales. La votación se realiza bajo un sistema reformado en 2023, que eliminó las divisiones distritales y estableció una única circunscripción nacional con representación proporcional.
Las principales fuerzas en disputa son el Partido de Reforma Progresista (VHP), en el poder y liderado por el presidente Chan Santokhi, quien podría buscar la reelección, y el Partido Nacional Democrático (NDP), ahora bajo la conducción de Jennifer Geerlings-Simons, tras el fallecimiento en 2024 de su fundador, el expresidente Desi Bouterse. Este último dejó un legado marcado por la polarización y las acusaciones de corrupción y autoritarismo.
A nivel político, el oficialismo busca consolidar su hegemonía con promesas de modernización e inversión social, mientras que la oposición apela al descontento por la situación económica. El resultado dependerá de la capacidad de movilizar votantes en zonas urbanas, tradicionalmente volátiles.
El megaproyecto Gran Morgu contempla una inversión de 12.000 millones de dólares y podría generar hasta 26.000 millones en ingresos para el país. Sin embargo, su implementación exige que la empresa estatal Staatsolie logre reunir 2.400 millones de dólares para mantener una participación del 20 %. Hasta ahora, ha recaudado 515,8 millones mediante una emisión de bonos, y busca financiamiento adicional a través de préstamos internacionales.
Este proyecto petrolero representa una promesa de transformación económica, pero también implica enormes riesgos fiscales, sociales y ecológicos. Sin un plan estratégico, la abundancia puede convertirse en inestabilidad, como ya ocurrió en otras economías dependientes del crudo.
La presidenta del Partido Nacional Democrático, en #Suriname 🇸🇷, Jennifer Geerlings-Simons, alertó sobre indicios de caos en la organización de las elecciones generales del próximo 25 de mayo
— Prensa Latina (@PrensaLatina_cu) May 23, 2025
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A pesar del impacto potencial del petróleo sobre la economía surinamesa, ningún partido ha presentado planes detallados sobre cómo se utilizarán los ingresos. La organización civil BINI advirtió que los programas de gobierno siguen centrados en la lógica clientelar y no priorizan políticas públicas sostenibles ni transparencia fiscal.
En este escenario, crece el escepticismo ciudadano. El temor a que los recursos se diluyan en corrupción o en gasto descontrolado gana terreno, mientras crecen las exigencias de un pacto nacional por el desarrollo.
Surinam se encuentra en una encrucijada: puede repetir los errores de otras naciones que malgastaron sus riquezas petroleras o convertirse en un modelo regional de planificación y desarrollo. El resultado de estas elecciones no solo definirá un gobierno, sino también el tipo de país que Surinam desea ser en la próxima década.
La comunidad internacional observa con atención. Lo que está en juego no es solo una gestión gubernamental, sino el destino de una nación entera ante su primera gran bonanza energética.