
Daniel Noboa fue investido como presidente constitucional de Ecuador, marcando el inicio de su primer mandato completo tras haber completado el período restante de su predecesor desde 2023. El joven mandatario, de 36 años, llega al poder en medio de una profunda crisis de seguridad y una economía estancada, bajo la mirada atenta de la comunidad internacional y la presión de una sociedad hastiada de la violencia. La jornada de posesión se desarrolló bajo estrictas medidas de seguridad y con la presencia de delegaciones extranjeras, reflejando la importancia de este relevo político para la región.
Noboa, heredero de una familia empresarial poderosa, utilizó su discurso inaugural para enviar un mensaje claro: la reducción de homicidios y el combate frontal al crimen organizado serán los ejes de su gobierno. Desde que asumió en 2023 la presidencia interina, el mandatario adoptó un enfoque de “mano dura”, desplegando fuerzas militares en las calles y declarando un "conflicto armado interno" para enfrentar a las bandas que controlan cárceles y barrios populares.
Seguridad: el principal desafío
En el plano de seguridad, Noboa se ha propuesto una meta ambiciosa e innegociable: disminuir los homicidios que han colocado a Ecuador entre los países más violentos de Sudamérica. En 2024, el gobierno reportó una reducción del 15% en muertes violentas, pero los datos recientes son preocupantes: en los primeros cuatro meses de 2025, los homicidios aumentaron un 58%, con 3.094 asesinatos registrados, un repunte vinculado a la reorganización de bandas criminales tras los operativos de 2023.
Para hacer frente a esta ola delictiva, Noboa anunció medidas como el reforzamiento de controles en puertos, la incautación de armas ilegales y la ampliación de la militarización en zonas conflictivas. La reciente contratación del asesor Erik Prince, fundador de Blackwater, ha generado controversia y críticas de defensores de derechos humanos, quienes advierten sobre el riesgo de excesos y violaciones en la lucha contra el crimen.
Economía: crecimiento bajo presión
El presidente apuesta a una recuperación económica rápida y sostenible, anunciando un objetivo de crecimiento del 4% para 2025, cifra optimista frente al 2,8% que prevé el Banco Central. Noboa enfrenta un déficit fiscal de 4.600 millones de dólares y una deuda pública cercana al 52% del PIB, factores que limitan el margen de maniobra de su administración y generan presión sobre las cuentas públicas.
Para aliviar esta carga, Noboa concretó un acuerdo de 4.000 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional y ha buscado financiamiento adicional a través de bancos chinos. Además, el mandatario ha propuesto establecer una base militar estadounidense y avanzar hacia un tratado de libre comercio con Estados Unidos, iniciativas que buscan atraer inversión y cooperación internacional pero que también generan debate en sectores políticos y sociales del país.
Control legislativo y reformas
La bancada de Noboa, Acción Democrática Nacional (ADN), ha consolidado su influencia en la Asamblea Nacional, permitiéndole avanzar en una agenda de reformas centrada en la seguridad y la justicia. Entre las medidas adoptadas destacan la militarización de la seguridad y la extradición de ciudadanos ecuatorianos, dos propuestas que han sido ampliamente debatidas y respaldadas por la mayoría oficialista.
Sin embargo, no todo ha sido fácil para el Ejecutivo: importantes reformas económicas y laborales fueron rechazadas en el referéndum de 2024, reflejando el escepticismo de parte de la ciudadanía ante las políticas de ajuste y la falta de confianza en el futuro inmediato. Esta resistencia popular obliga a Noboa a buscar consensos y ajustar su estrategia para evitar conflictos sociales.
Hay tiempos que se recuerdan… y hay tiempos que lo cambian todo.
— Niels Olsen (@NielsOlsenP) May 25, 2025
Este es uno de ellos. 🇪🇨 #PosesionPresidencial2025 @DanielNoboaOk pic.twitter.com/hdm4XaMVEM
El provenir de Ecuador
La nueva etapa de Noboa arranca con un capital político relevante, pero sujeto a desgaste acelerado si la inseguridad persiste o la economía no muestra mejoras concretas. Su desafío será demostrar resultados tangibles en el corto plazo y evitar que el hartazgo ciudadano se traduzca en protestas y pérdida de apoyo institucional.
El futuro de Ecuador dependerá de la capacidad de Noboa para equilibrar la mano dura con respuestas sociales de fondo y lograr avances tangibles en materia económica. Si sus políticas fracasan, el riesgo de inestabilidad política y social podría incrementarse en un contexto regional ya marcado por la volatilidad y el descontento popular.