
Las autoridades europeas anunciaron este lunes el desmantelamiento de una red internacional de narcotráfico que operaba entre Colombia y Bélgica, con ramificaciones en Alemania e Italia. El grupo criminal, según Europol, era dirigido por una familia italiana con profundos vínculos en Sudamérica y Europa. Tenían la capacidad de manejar toda la cadena de suministro: desde la compra de pasta base colombiana hasta su refinamiento y distribución en Europa.
La solidez de esta organización se explica por su control sobre cada eslabón logístico, financiero y técnico del narcotráfico. No dependían de terceros: controlaban la producción inicial, el transporte intercontinental y la conversión final del producto, lo que los volvía menos vulnerables a las intervenciones de inteligencia y seguridad.
El operativo, producto de una colaboración transnacional entre policías europeas y colombianas, terminó con 14 personas detenidas: 11 en Bélgica, 2 en Alemania y 1 en Italia. Durante los allanamientos, se descubrieron múltiples laboratorios en zonas rurales de Bélgica donde se procesaba la droga en secreto.
Los laboratorios estaban montados en viviendas privadas adaptadas como centros de refinamiento. Este modelo oculto permitía procesar grandes volúmenes sin llamar la atención, replicando el esquema tradicional sudamericano, pero dentro del corazón de Europa. Según Europol, la red mantenía una línea directa con proveedores colombianos, sin necesidad de intermediarios. La cocaína no llegaba ya refinada a Europa: era enviada como pasta base para ser transformada en el continente.
Esta modalidad de envío buscaba evadir controles y minimizar pérdidas en caso de incautaciones. También implicaba la existencia de técnicos locales capacitados, lo cual expone una nueva fase del narcotráfico globalizado.
El auge del narcotráfico ha tenido un impacto directo en la seguridad de Bélgica. En ciudades como Amberes y Bruselas, los enfrentamientos entre bandas por rutas y zonas de distribución se han intensificado.
Tiroteos, amenazas y atentados han forzado a las autoridades a tomar medidas extraordinarias, con patrullajes reforzados y operativos constantes. Esta violencia refleja una lucha soterrada por el control de un mercado en expansión.
La operación fue descrita por Europol como un ejemplo del valor de la cooperación internacional. La coordinación de inteligencia, recursos judiciales y logísticos entre países permitió actuar con precisión.
Colombia, pieza clave en la investigación, aportó información sobre las rutas y actores locales, lo que aceleró el proceso. La sinergia entre naciones resultó crucial para desarticular un esquema complejo y en crecimiento.
Cada vez más redes criminales trasladan la producción a países consumidores para reducir riesgos y ampliar ganancias. La instalación de laboratorios en Europa permite esquivar controles fronterizos y mantener mayor autonomía.
Además, involucra a actores locales -químicos, distribuidores, transportistas- en un ecosistema criminal transcontinental. Así, el narcotráfico adopta formas más flexibles y difíciles de erradicar.
Este golpe demuestra que el narcotráfico ya no es solo un problema de exportación desde América Latina. Europa se ha transformado en laboratorio, mercado y campo de batalla.
La cooperación internacional es clave, pero también lo es la prevención local, la inteligencia económica y el trabajo conjunto entre regiones. El fenómeno evoluciona, y las respuestas deben estar a su altura.