03/06/2025 - Edición Nº847

Internacionales

Energía bloqueada

Chevron mantiene su apuesta en Venezuela pese a las restricciones de Estados Unidos

28/05/2025 | Aunque Chevron suspende contratos de servicios y producción, retiene a su personal y activos en Venezuela.



La decisión de Chevron de rescindir la mayoría de sus contratos de producción, servicios y adquisiciones en Venezuela marca un nuevo capítulo en la compleja relación energética entre Caracas y Washington. Tras la revocación de su licencia para operar, decretada por Estados Unidos en marzo de 2025, la petrolera estadounidense se vio obligada a suspender toda actividad comercial directa, pero sorprendió al decidir mantener a su personal y sus activos en el país.

El anuncio fue comunicado a proveedores y autoridades venezolanas, generando incertidumbre en la industria local. Fuentes citadas por Reuters aseguran que la empresa retendrá únicamente el personal necesario para el resguardo de infraestructuras y para cumplir con obligaciones regulatorias, en una estrategia que recuerda la vivida entre 2020 y 2022, cuando Chevron tampoco podía exportar crudo venezolano pero sí custodiar sus intereses.

¿Fin del petróleo venezolano para Chevron?

La medida limita severamente el alcance de la multinacional en el país sudamericano. Ahora, la estatal PDVSA retomará la gestión operativa y la venta del petróleo extraído en las empresas mixtas donde Chevron tiene participación. Esta reversión llega en un momento delicado, cuando el sector energético venezolano enfrenta un nuevo ciclo de sanciones y presión internacional.

El gobierno de Donald Trump reimpuso un arancel del 25% sobre el petróleo venezolano, lo que, sumado a las restricciones estadounidenses, ha frenado varias exportaciones. La producción y exportación de crudo venezolano podría caer entre un 15% y un 30% para finales de 2025, agravando la ya precaria economía del país.

Sanciones, licencias y un pulso político

La nueva autorización concedida por Washington a Chevron no le permite explotar ni vender petróleo, sino únicamente resguardar activos y cumplir con la ley local. El trasfondo es esencialmente político: Estados Unidos busca limitar los ingresos del gobierno de Nicolás Maduro y aumentar la presión internacional, en un contexto de tensiones diplomáticas renovadas.

A diferencia de ciclos anteriores, esta vez la Casa Blanca no ofreció señales de flexibilización inmediata, exigiendo avances democráticos en Venezuela como condición para cualquier reapertura. La decisión también impacta en los proveedores, cientos de empleados venezolanos y la propia estabilidad de las operaciones de Chevron en el país.

Una retirada que no es total

Más que una simple retirada, la maniobra de Chevron revela una apuesta de largo plazo. Al mantener su personal y activos, la empresa preserva su posición estratégica de cara a un eventual levantamiento de sanciones. El riesgo, sin embargo, es que la prolongada parálisis erosione sus capacidades operativas y su relación con el gobierno venezolano.

La jugada de Washington, mientras tanto, busca mantener la presión sobre Maduro y evitar que nuevas rentas petroleras financien su gobierno. Para el país sudamericano, el desafío es doble: estabilizar la industria sin inversión extranjera y sortear la asfixia financiera que las sanciones suponen para su economía.

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