12/06/2025 - Edición Nº856

Internacionales

Silencio estratégico o complicidad diplomátic

Silencio que aturde: Milei, Werthein y Cancillería callan ante la represión en Annobón

28/05/2025 | Pese a la visibilidad internacional del caso Annobón, el gobierno argentino guarda silencio. El canciller Gerardo Werthein, el embajador argentino ante la Unión Africana y el propio Javier Milei evitan cualquier pronunciamiento, mientras la dictadura más longeva del mundo sigue reprimiendo al pueblo annobonés.



El mutismo oficial ante una causa legítima. La isla africana de Annobón, parte de Guinea Ecuatorial, busca su independencia del régimen autoritario de Teodoro Obiang Nguema, uno de los dictadores más longevos y represivos del planeta. La causa annobonesa llegó incluso a Buenos Aires, de la mano de su primer ministro Orlando Cartagena Lagar. Pero la respuesta del gobierno argentino fue tan ruidosa como el silencio: ninguna.

Ni el presidente Javier Milei, ni el canciller Gerardo Werthein, ni el embajador argentino ante la Unión Africana, Juan Ignacio Roccatagliata, han emitido comentario alguno. La situación es más grave aún: Roccatagliata mantuvo reuniones con funcionarios del régimen de Obiang y, al hacerse público el hecho, borró su cuenta de X (ex Twitter). Una actitud que roza el encubrimiento diplomático.

Libertad para los amigos, silencio para los oprimidos

Milei vocifera en foros internacionales en nombre de la libertad, pero cuando esa libertad la pide un pueblo africano aislado, guarda un silencio que lo desmiente. El caso Annobón incomoda porque evidencia un doble estándar: la libertad se defiende según el rédito geopolítico o comercial, no por principios.

Gerardo Werthein, empresario devenido canciller, encabeza una política exterior cada vez más pragmática y opaca. Su rol en la designación de embajadores, muchos de ellos con nexos personales o comerciales con grupos de poder, refuerza la idea de una diplomacia entregada a intereses corporativos, no a la defensa de derechos humanos.

Annobón interpela la hipocresía del discurso oficial

“Annobón no es Malvinas”, aclaró Cartagena Lagar. Y tiene razón. Aquí no hay una potencia colonial implantada, sino un pueblo insular con cultura propia, oprimido por un régimen central. Pero justamente por eso, el caso debería interpelar la política exterior argentina, que históricamente abogó por los derechos de los pueblos a la autodeterminación. En este caso, eligió mirar para otro lado.



Cuando una diplomacia prefiere callar ante la injusticia, no es neutral: toma partido por el opresor. El silencio del gobierno argentino ante la causa annobonesa no es una omisión inocente, es una declaración política. Y detrás de ese silencio, hay una oportunidad perdida de estar del lado correcto de la historia.