27/07/2025 - Edición Nº901

Internacionales

Colonización moderna

Puerto Casado: la lucha de un pueblo en Paraguay frente a un culto de Corea del Sur

29/05/2025 | Tras la venta de todo el pueblo a la secta Moon, los habitantes de Puerto Casado encarnan la resistencia ante el avance de intereses extranjeros.



El caso de Puerto Casado desafía las nociones tradicionales de soberanía y propiedad en América Latina. No se trata solo de la venta de tierras, sino de la transferencia completa de un tejido social a manos de una organización religiosa extranjera. La llegada de la secta Moon, de origen surcoreano, en el año 2000 transformó la vida diaria de los habitantes, quienes pasaron de ser empleados y vecinos a inquilinos bajo nuevas reglas y sin garantías legales sobre su futuro.

Este fenómeno pone de relieve una problemática recurrente en el continente: la facilidad con la que grandes extensiones de tierra y, en este caso, comunidades enteras pueden ser transferidas entre actores privados o extranjeros, sin que medie una consulta real a sus habitantes. Más allá de la polémica religiosa, la situación desnuda la fragilidad de las políticas públicas de tierras y la ausencia de un Estado capaz de proteger a sus comunidades frente a actores globales. Puerto Casado se convierte así en un símbolo de la vulnerabilidad latinoamericana ante el avance del capital transnacional y la falta de regulación efectiva.

Resistencia social y disputas de identidad

La historia de Puerto Casado es también una historia de resistencia cultural. Los pobladores, arraigados por generaciones al Chaco paraguayo, luchan no solo por títulos de propiedad, sino por preservar su sentido de pertenencia, su cultura local y su autonomía frente a un poder que perciben como ajeno y distante.

A lo largo de estos 25 años, la comunidad ha dado muestras de cohesión y organización, impulsando protestas, acciones legales y campañas de sensibilización que han tenido eco en el debate nacional sobre el modelo de desarrollo y los riesgos de permitir que grandes extensiones territoriales queden bajo el control de intereses no nacionales. Puerto Casado no es solo una historia de injusticia, sino de afirmación comunitaria y de la necesidad de repensar el vínculo entre territorio, identidad y soberanía.

Lecciones para la región

El caso invita a América Latina a revisar sus marcos de protección social y territorial, así como la manera en que interactúa con inversores y organizaciones extranjeras. Más allá de las disputas legales, lo que está en juego es la capacidad de las comunidades para decidir sobre su propio destino en un mundo cada vez más interconectado y desigual.

El fenómeno de Puerto Casado plantea la pregunta de hasta qué punto las legislaciones actuales protegen los intereses de las poblaciones locales ante proyectos globales. América Latina debe aprender de esta experiencia, buscando modelos más participativos y transparentes que garanticen el respeto a los derechos colectivos y la soberanía territorial.


Funeral de Sun Myung Moon, fundador de la secta, en la Iglesia de la Unificación, en Seúl. Foto: AP

La lucha continúa

Puerto Casado se transforma en un llamado de alerta sobre los riesgos de la desregulación territorial y la colonización moderna. Su experiencia puede impulsar reformas legales que aseguren la protección de derechos colectivos y eviten la reproducción de historias de despojo y dependencia en América Latina.

En última instancia, la historia de este pueblo paraguayo es una lección sobre la importancia de fortalecer la autonomía comunitaria, promover la justicia y repensar la relación entre las comunidades y el poder, en defensa de la dignidad y el futuro del continente.