
El dólar estadounidense experimentó un fuerte repunte recientemente, impulsado por la publicación de las minutas de la Reserva Federal, en las que se dejaron ver crecientes preocupaciones por el avance de la inflación y un potencial aumento del desempleo. Estos factores han vuelto a encender las alarmas sobre una posible recesión en la principal economía mundial, lo que alimentó la demanda de activos considerados seguros, como el billete verde, y provocó movimientos abruptos en los mercados financieros globales.
A esto se sumó la decisión del presidente Donald Trump de postergar nuevos aranceles sobre productos europeos, en un gesto que fue bien recibido por los inversores internacionales, quienes interpretaron el movimiento como un intento de reducir tensiones comerciales en un contexto global ya de por sí volátil. Sin embargo, para las monedas de América Latina, el efecto inmediato fue una depreciación generalizada ante un dólar en ascenso.
En el mercado cambiario regional, el impacto fue evidente. El peso mexicano se devaluó un 0,74%, finalizando la jornada en 19,41 unidades por dólar. A pesar de la caída, se mantuvo dentro de niveles considerados estables gracias al respaldo de sus reservas y a una política monetaria prudente. Por otro lado, el real brasileño no registró cifras oficiales claras sobre su variación diaria, aunque analistas indicaron que sufrió leves presiones a la baja, en línea con el comportamiento de otras monedas emergentes.
El peso chileno cayó un 0,45%, ubicándose en 1.063,17 unidades por dólar, en un contexto de debilitamiento del precio del cobre que profundizó la presión sobre su moneda. En un movimiento opuesto, el peso colombiano sorprendió con una apreciación del 0,89%, cerrando en 4.128,15 unidades por dólar, gracias al empuje de los sectores bancario y energético, que atrajeron flujos de capital en medio de la volatilidad regional.
A diferencia de gran parte del continente, el peso argentino se apreció levemente, cotizando en torno a los 1.160,5 pesos por dólar en el mercado oficial. Esta suba se atribuye a la política de flotación administrada del Banco Central, que actúa dentro de una banda de 1.000 a 1.400 pesos por dólar para evitar movimientos bruscos. Esta estrategia permite mantener cierto control sobre el tipo de cambio, aunque no disipa del todo las tensiones latentes en el mercado cambiario.
No obstante, esa estabilidad no se trasladó al ámbito bursátil: el índice S&P Merval cayó un 0,46%, presionado por fuertes bajas en el sector financiero. Las dudas sobre el rumbo económico y la sostenibilidad de las políticas actuales siguen pesando sobre la percepción de los inversores, que se mantienen cautos pese a la aparente estabilidad del tipo de cambio oficial.
El comportamiento de los mercados bursátiles fue mixto. En México, el índice S&P/BMV IPC subió un 0,24%, alcanzando los 58.735,86 puntos, respaldado por desempeños positivos en sectores de consumo y servicios. En Brasil, el Bovespa cayó un 0,47%, hasta las 138.888 unidades, arrastrado por la incertidumbre en torno a la economía estadounidense y sus efectos indirectos sobre los flujos de inversión.
En el Cono Sur, el IPSA chileno perdió un 1,28%, bajando hasta los 8.244,52 puntos, como reflejo de la caída en los precios del cobre y la fortaleza del dólar. En contraste, el COLCAP colombiano avanzó un 0,38%, impulsado por el buen rendimiento de los sectores energético y bancario. Por su parte, la Bolsa de Lima no reportó variaciones significativas para esa jornada, aunque los analistas apuntan a una jornada de escasa actividad y relativa estabilidad.
El fortalecimiento del dólar reabre el debate sobre la vulnerabilidad cambiaria en América Latina. En escenarios de tensión económica internacional, la mayor parte de las monedas regionales tienden a resentirse rápidamente, dada su dependencia de flujos externos, exportaciones de commodities y limitadas reservas internacionales.
Si la Reserva Federal avanza con políticas más contractivas para combatir la inflación, incluso a costa de un mayor desempleo, y si la administración Trump retoma una postura proteccionista, el dólar podría mantenerse en niveles altos. Esto implicaría nuevas presiones cambiarias y financieras para los países latinoamericanos, especialmente aquellos con fundamentos económicos más débiles o alta exposición externa.