
El régimen de Nicolás Maduro volvió a escalar la tensión diplomática y militar en torno al Esequibo, una región de más de 160.000 km² rica en recursos naturales que Venezuela reclama desde hace más de un siglo, pero que actualmente es administrada por Guyana.
Diosdado Cabello, considerado el número dos del chavismo y actual ministro del Interior, aseguró en su programa televisivo que Venezuela "no soltará el Esequibo hasta lograr la victoria", y advirtió que el conflicto podría prolongarse durante siglos si fuera necesario. Estas declaraciones respondieron directamente al presidente guyanés Irfaan Ali, quien defendió la soberanía de su país con una firmeza que ha impedido cualquier diálogo sustancial entre ambas partes.
La nueva ofensiva venezolana ocurre pese a las medidas cautelares dictadas por la Corte Internacional de Justicia (CIJ), que instaron al régimen chavista a abstenerse de realizar acciones unilaterales sobre el Esequibo mientras el caso se encuentra en trámite. No obstante, Caracas convocó elecciones en la región y designó como "gobernador del Esequibo" al militar Neil Villamizar.
Maduro prometió además pleno respaldo presupuestario para la administración paralela del territorio. Aunque la acción fue interpretada como una provocación, la negativa de Guyana a sentarse a negociar directamente con Caracas ha contribuido a cristalizar el conflicto, dejando escaso margen a una solución pacífica y bilateral.
Rechazo regional y legitimidad histórica en disputa
La Comunidad del Caribe (Caricom) emitió un comunicado enérgico en apoyo a Guyana, calificando de "insolentes" las acciones venezolanas y reafirmando la validez del Laudo Arbitral de París de 1899, que otorgó el territorio a la entonces Guayana Británica. Sin embargo, esa decisión ha sido históricamente rechazada por Venezuela, que la considera viciada por injerencias coloniales británicas.
Pese al respaldo internacional, Guyana ha evitado cualquier apertura que contemple una salida negociada o una revisión histórica, consolidando una postura que muchos consideran inflexible. El descubrimiento de yacimientos petroleros en aguas en disputa ha reforzado esta posición, dificultando aún más cualquier intento de entendimiento.
En buenas manos va a estar la Guayaba Esequiva con un hombre trabajador de buen corazón preocupado por su gente, Su Gobernador el almirante Neil Villamizar#RespetaNuestraSoberaniaCIJ#CHCh pic.twitter.com/wEC5nYC952
— Neylisbeth Garrido (@NeylisbethG) May 12, 2025
La estrategia del chavismo parece estar orientada a consolidar su base política interna, apelando a un discurso nacionalista que busca desviar la atención de la profunda crisis económica y de legitimidad que atraviesa Venezuela. La designación de un gobernador militar para el Esequibo sugiere una militarización gradual del conflicto, que podría abrir la puerta a acciones más agresivas en el futuro.
Por su parte, Guyana ha endurecido su discurso, apoyándose en el respaldo de potencias internacionales, pero sin mostrar disposición real para atender las raíces históricas del conflicto. Su estrategia de cerrarse a cualquier revisión del laudo arbitral de 1899 genera dudas sobre su interés en una solución duradera y justa. La postura guyanesa, aunque legalmente respaldada, corre el riesgo de alimentar una narrativa de confrontación que trascienda lo jurídico.
Este conflicto también plantea un desafío mayor para el derecho internacional, que se ve puesto a prueba frente a los actos unilaterales de regímenes autoritarios, pero también ante la rigidez de gobiernos que se amparan en legalismos sin abrir espacio al diálogo político. La comunidad global observa de cerca, consciente de que una solución duradera requiere voluntad de ambas partes para romper la inercia del conflicto.