
Con estética kitsch, coreografía provocadora y letra con guiños ideológicos, Traniela lanzó su nueva canción y volvió a ubicarse en el centro del escenario político-pop. El tema -tan viral como polémico- fue rápidamente abrazado por sectores libertarios, que la celebran como una suerte de musa estética y cultural del oficialismo. El fenómeno no solo plantea una fusión entre entretenimiento y política, sino que revive un viejo arquetipo nacional: el de la diva popular que encarna el espíritu de una época.
Así como en los años '90 Susana Giménez fue símbolo de consumo, glamour televisivo y cercanía con el poder -recordada por su simpatía con Carlos Menem y la famosa frase “¡Carlos, te amo!”-, Traniela aparece como su heredera aggiornada a la era digital y al discurso libertario. Pero donde Susana cultivaba una imagen tradicional de femineidad y lujo, Traniela irrumpe con un perfil disruptivo, queer, hiperdigital y performático, que conecta directamente con los códigos de la generación TikTok y el nuevo ecosistema cultural de las redes.
La canción -una suerte de reggaetón con tono épico, referencias a “la casta” y frases como “soy libre, no sumisa”- se transforma en declaración de principios para una parte del electorado joven que celebra la irreverencia libertaria como parte de su identidad. Traniela no es solo una influencer devenida artista: se posiciona como un símbolo de época, al igual que Susana lo fue en el menemismo.
En un contexto de profunda crisis económica y reconfiguración política, el fenómeno Traniela revela cómo los liderazgos no solo se construyen en los despachos, sino también en los escenarios virales. Y Milei, con su prédica de “libertad o populismo”, encuentra en ella no solo una aliada estética, sino la posible “diva libertaria” que encarne el relato cultural de su gestión.
Entrenando hombros,
— Traniela_capitanatrans (@Traniela_Carle) May 22, 2025
escuchando ICONICA al PALO pic.twitter.com/0n6mwJkku3
MMU