01/06/2025 - Edición Nº845

Internacionales

Debate improductivo

España: Ana Oramas y el aire acondicionado agitan el Parlamento de Canarias

30/05/2025 | La discusión sobre la temperatura en el parlamento revela cómo las prioridades del debate legislativo pueden alejarse de los intereses ciudadanos.



El Parlamento de Canarias vivió una situación que bordeó lo absurdo. En plena sesión, cuando se discutían asuntos relevantes para la población, como los decretos sobre el alquiler vacacional y los derechos laborales del sector turístico, el foco se desplazó a un tema inesperado: el aire acondicionado. "No es un tema de broma. Hay unos abanicándose y otros con frío", exclamó la presidenta en funciones, visiblemente irritada por las quejas térmicas que circulaban incluso por WhatsApp entre los diputados.

Este episodio no fue una simple interrupción anecdótica. Refleja una falta de enfoque y profesionalismo que pone en duda la seriedad con la que se abordan los problemas públicos. El Parlamento no puede permitirse que la gestión del clima interno reemplace al debate legislativo sobre cuestiones estructurales.

Prioridades desenfocadas frente a la ciudadanía 

Mientras miles de canarios sufren la precariedad habitacional, el deterioro del sistema sanitario o los bajos salarios del turismo, sus representantes electos parecen enfrascados en debates climáticos internos que podrían resolverse con un simple cambio de asiento. El contraste entre la agenda ciudadana y la parlamentaria quedó en evidencia.

Esta desconexión alimenta la frustración social y deteriora la percepción pública sobre el papel del legislador. Cada minuto dedicado a trivialidades es tiempo perdido en la búsqueda de soluciones reales a problemas urgentes.


Foto del Parlamento de Canarias. 

Una tendencia que se repite en otros parlamentos

La situación no es exclusiva de Canarias. En diferentes parlamentos autonómicos y nacionales se han registrado escenas similares de falta de foco legislativo, como discusiones sobre el menú de la cafetería, las asignaciones de despacho o incluso los colores del mobiliario.

Este tipo de episodios erosiona la confianza ciudadana en las instituciones, especialmente cuando se suman a la percepción de ineficiencia crónica o clientelismo. El mal uso del tiempo legislativo resta legitimidad al sistema representativo.

El coste de la política sin rumbo

El costo del parlamentarismo improductivo lo paga la ciudadanía. No solo en términos económicos —los sueldos de los diputados y la estructura parlamentaria son financiados con dinero público—, sino también en la postergación de reformas urgentes y decisiones clave.

En tiempos de crisis social o económica, la legitimidad de la democracia representativa exige que los parlamentos funcionen como verdaderos centros de decisión, y no como espacios de debate trivial. La eficiencia institucional debe ser la norma, no la excepción.

Una oportunidad para regenerar la democracia

El malestar expresado por la presidenta en funciones es comprensible, pero también lo es la indignación ciudadana ante un sistema que, a veces, parece funcionar de espaldas al país real. No es cuestión de si hace frío o calor, sino de si se legisla con altura o se pierden horas en debates irrelevantes.

La transparencia en la gestión del tiempo legislativo, el seguimiento ciudadano de los plenos y el refuerzo de la rendición de cuentas deben ser parte de la agenda de regeneración institucional. Porque al final, no se trata solo de qué se debate, sino de para quién se debate.