
Lucía Topolansky rompió el silencio tras la muerte de su compañero de vida y militancia, José “Pepe” Mujica, fallecido el 13 de mayo de 2025 a los 89 años, luego de una larga lucha contra un cáncer de esófago. En una entrevista con el programa Nada que perder de M24, la exvicepresidenta narró conmovida cómo vivió esos días de despedida, marcados por un velorio que superó cualquier expectativa.
Miles de personas se acercaron al Palacio Legislativo de Montevideo para rendirle homenaje. Entre ellos, ciudadanos anónimos, referentes sociales y líderes internacionales como Luiz Inácio Lula da Silva y Yamandú Orsi, actual presidente uruguayo. “Fue impresionante la diversidad de gente que se acercó, de distintos barrios, de diferentes clases sociales”, relató Topolansky.
Topolansky destacó momentos simbólicos que la marcaron, como la presencia de un niño que dejó una pelota de fútbol junto al féretro, o una mujer que cantó con profundo sentimiento durante la ceremonia. Para la exlegisladora, “fue la expresión de un cariño real, genuino, del pueblo con Pepe”.
Un hecho especialmente emotivo fue que la despedida se realizara en el mismo lugar donde ella misma le había tomado juramento como presidente quince años antes. “La vida nos trajo de nuevo al mismo lugar, pero en otro tiempo, con otra carga emotiva”, reflexionó.
Al hablar del legado político de Mujica, Topolansky subrayó que su gran obsesión era la construcción de nuevas generaciones que superaran a las anteriores. “Él quería una barra de militantes formados, conscientes, que entendieran que las causas siguen más allá de las personas”, explicó.
Además, contó que Mujica consideraba como su mejor regalo político la votación obtenida por su espacio en las últimas elecciones. “Eso fue lo que más lo emocionó, sentir que lo colectivo había funcionado”, expresó, en referencia a la continuidad de su proyecto.
El cuerpo de Mujica fue cremado e inhumado bajo un árbol en su famosa chacra de Rincón del Cerro, tal como él lo había pedido. Fue enterrado junto a su perra Manuela, símbolo de su vida austera y de su cercanía con la tierra.
El presidente Yamandú Orsi, considerado su heredero político, destacó que José Mujica vivió con intensidad hasta el final, y aseguró que Lucía Topolansky mantiene intacta la energía para continuar con las tareas pendientes. “Vamos a seguir lo que él comenzó”, afirmó.
La despedida de Mujica no fue solamente un acto político, sino un ritual cívico de profundo valor simbólico. Su figura, marcada por la coherencia y la humildad, logró aglutinar a sectores dispares que vieron en él una esperanza frente a la desilusión con la política tradicional.
Topolansky asume ahora un rol doble: guardiana del legado personal y motor de continuidad política. Su testimonio no es solo una memoria afectiva, sino una hoja de ruta sobre lo que Mujica imaginó para el futuro del progresismo uruguayo.