
La afirmación de ser un autor olvidado parecería caber a cualquiera menos a Max Weber. Su nombre forma parte de los clásicos de las ciencias sociales al punto de ser identificado como uno de los padres fundadores de la disciplina sociológica. Aún más, Economía y sociedad, su “gran obra”, fue elegida en 1998 tras una encuesta realizada por la International Sociological Association como el libro de mayor influencia del siglo XX para el campo sociológico.
¿Cómo conviven simultáneamente la glorificación y el olvido? La respuesta: en recíproca circularidad. El enaltecimiento de Max Weber sociólogo implica el olvido del Max Weber economista. Es que sobre el enaltecimiento aquel se montó un régimen específico de edición, traducción y, claro, de lectura de las obras de Weber que nos llega hasta hoy en día, así como una específica asignación de parte de esta obra en materias específicas de la formación universitaria.
En la división del trabajo científico que nos fue legada del siglo XX y en su consecuente repartición de ámbitos de estudio y de pertenencia de cada una de las disciplinas, a Max Weber le tocó quedar del lado de la sociología, cuanto menos de las facultades de ciencias sociales que, las más de las veces, tienen su edificio separado de aquel en el cual se realizan los estudios económicos. ¡Todo esto incluso aun cuando el propio Weber, hacia el final de su vida, en su famoso e infinitamente leído “La ciencia como vocación” de 1919, comienza afirmando: “nosotros los economistas”.
El primer boom de la obra de Max Weber es indisociable del nombre de Talcott Parsons y de la fundación y consolidación, en los años ‘40 y ‘50, de una disciplina sociológica en Estados Unidos desde una interpretación específica de la misma cuyo sello característico venía dado con el adjetivo que siempre la acompañaba, científica, opuesta polémicamente a formas de indagación de los asuntos humanos, como la filosofía u otras disciplinas humanísticas que no podían acceder a tal estatuto de cientificidad. El desarrollo de las primeras computadoras prometía poder procesar todos los datos de la realidad. Pero para eso se necesitaban los contenedores de aquellos datos: los conceptos y categorías a partir de las cuales la realidad toda se mostraría tal cual es. Economía y sociedad, así, con sus infinitas tipificaciones y delimitaciones conceptuales, era presentado como el antecedente en germen de una teoría general de la sociedad y, principalmente, de la acción social. Como el antecedente, entonces, de La estructura de la acción social, el libro que Parsons publicara en 1949.
Si Economía y sociedad presentaba los fundamentos para una teoría general de la sociedad y de la acción, tal cual la pensaba el estructural-funcionalismo de la sociología norteamericana de las décadas previas a la mitad de siglo XX, no menos cierto es que el conjunto de escritos metodológicos junto a la famosa separación entre hechos y valores allí trabajadas, eran leídas y presentadas como las bases de una ciencia aséptica y despolitizada a la cual aspiraba, también, la sociología norteamericana hegemónica de mitad de siglo.
De ese modo un Max Weber starter pack se había consolidado: identificado como el iniciador de una sociología científica, en Economía y sociedad -su última obra- encontraríamos los conceptos fundamentales para poder comprender todas las acciones humanas habidas y por haber y, en los escritos metodológicos, los fundamentos epistemológicos de una ciencia tal. En 1964, en el aniversario número cien del nacimiento de Weber, su conversión en padre fundador de la sociología se selló a fuego cuando en la Universidad de Heidelberg se celebró el decimoquinto congreso de sociología titulado “Max Weber y la sociología hoy”. Allí, Otto Stammler, profesor de la universidad, abrió el congreso refiriéndose a Weber como “el iniciador de una sociología científica en Alemania”
Claro está que para 1964 la Universidad alemana, tras la desnazificación, había copiado mucho, por la culpa y por la fuerza, de la forma estadounidense de pensar las disciplinas y la ciencia misma. Si antes de 1933 la economía se estudiaba en la facultad de Ciencias del Estado, si durante el nacional-socialismo el racismo invadió todas las universidades, después con la hegemonía norteamericana una nueva idea de ciencia económica presuntamente universal y despolitizada se impuso en Alemania y en el resto del mundo.