
Micaela Lator, de 47 años, asesinó a su hijo de 6 años con autismo y luego se suicidó. Así surgió de la autopsia, los peritajes y el levantamiento de pruebas que descartaron por completo la participación del padre del niño, quien había sido inicialmente investigado.
El hecho ocurrió el viernes pasado en una vivienda de la calle Pehuajó al 2300. El padre del niño, un tornero que trabaja en Munro, encontró a su mujer muerta y a su hijo gravemente herido al regresar de su jornada laboral. Cuando llegó el SAME, ambos ya habían fallecido.
Al inicio de la causa se evaluó la posibilidad de un doble crimen cometido por el hombre, pero dos pruebas clave lo desvincularon: los movimientos de su tarjeta SUBE, que mostraron un viaje largo y continuo durante todo el día, y la confirmación de su empleador, quien declaró que estuvo en su lugar de trabajo entre las 7 y las 16.
“Todo coincide exacto con lo que él dice, por eso entregó la tarjeta SUBE, para que puedan ver y encontrar las pruebas”, sostuvo su abogado, Marcelo Chumbita. También se confirmó que el trayecto diario tomaba más de dos horas y media, lo que hacía imposible que estuviera en la escena del crimen.
Las autopsias fueron determinantes: la mujer recibió un primer disparo que solo la rozó y luego se quitó la vida con un segundo tiro en el tórax. El niño, en cambio, fue asesinado de un disparo en la cabeza y falleció cerca de seis horas después que su madre, lo que permitió establecer con precisión el orden de los hechos.
En la escena del crimen se encontraron dos cartas escritas por Micaela dirigidas a su esposo, donde hablaba de problemas de pareja y anticipaba su decisión. También se supo que sufría depresión desde hacía años, con antecedentes familiares de la enfermedad y un intento de suicidio previo. La mujer se encontraba desbordada por la tarea de cuidar a su hijo, diagnosticado con un trastorno del espectro autista.
Un día antes del hecho, publicó en Facebook: “No quiero mucho en la vida, solo una vida mejor para MI HIJO.....”. Para los investigadores, ese mensaje fue una antesala del desenlace trágico.
La fiscalía, a cargo de Darío Provisionato, calificó el hecho como filicidio seguido de suicidio, y ordenó el secuestro de las armas encontradas en la casa: un revólver calibre .22 -utilizado en el hecho- y otro calibre .38 sin municiones. También se incautaron los teléfonos celulares de las víctimas, en busca de más evidencia sobre el contexto del crimen.
LN