
Greenpeace Francia ejecutó una acción de alto impacto al retirar del Museo Grévin en París la figura de cera del presidente Emmanuel Macron y colocarla frente a la embajada rusa. Con esta maniobra, la organización buscó denunciar los vínculos comerciales que Francia mantiene con Rusia, particularmente en sectores como el gas natural licuado, fertilizantes y uranio.
Los activistas argumentaron que, pese al apoyo diplomático y militar de Macron a Ucrania, su gobierno mantiene relaciones económicas que terminan financiando la maquinaria de guerra rusa. La acción fue filmada y difundida en redes sociales con el objetivo de generar un debate público sobre esta aparente contradicción.
La relación entre Emmanuel Macron y Vladímir Putin ha estado marcada por la ambivalencia. Si bien Macron ha buscado posicionarse como un mediador desde el inicio del conflicto en Ucrania, sus intentos de mantener canales de diálogo han sido cuestionados tanto por aliados europeos como por sectores de la opinión pública francesa.
Putin, por su parte, ha mantenido un discurso ambiguo hacia Macron: en ocasiones ha resaltado la necesidad de mantener relaciones con Francia, mientras que en otras ha criticado su alineamiento con la OTAN y el suministro de armas a Ucrania. La relación parece oscilar entre el contacto pragmático y la desconfianza recíproca.
🇫🇷🇷🇺 | Roban un Macron de cera y lo colocan ante la embajada rusa en París.
— Alerta Mundial (@AlertaMundoNews) June 2, 2025
Los autores del robo son activistas de Greenpeace que han realizado la acción para denunciar que Francia siga comprando gas en Rusia.
La estatua de cera del presidente de Francia, Emmanuel Macron, era… pic.twitter.com/GuzekeqTIn
Uno de los puntos más sensibles es el comercio energético. Francia se ha convertido en el mayor importador europeo de gas natural licuado ruso, lo cual, según Greenpeace, contradice su retórica de apoyo a Ucrania. Sólo en 2023, Francia compró gas ruso por más de 5.000 millones de euros, lo que representa una fuente crucial de ingresos para Moscú.
Desde el gobierno francés se ha defendido esta postura alegando que el gas ruso no está sujeto a sanciones y que el país necesita mantener la estabilidad energética. Sin embargo, este argumento ha sido duramente cuestionado por organizaciones ecologistas y por sectores ucranianos que ven en esta relación una forma de hipocresía diplomática.
El Museo Grévin confirmó el robo de la figura de cera, estimada en 40.000 euros, aunque recibió una comunicación de los activistas asegurando que será devuelta en buen estado. La fiscalía de París ha abierto una investigación por "robo" y se espera que los autores enfrenten cargos.
Greenpeace defiende la acción como una forma de arte político no violento. Sin embargo, Este tipo de protestas podría sentar un precedente peligroso si museos o instituciones culturales se convierten en objetivos de activismo político.
El caso Macron refleja una tensión compartida por varias democracias europeas: condenan políticamente a Putin, pero mantienen lazos comerciales con Moscú. Esta dualidad evidencia la dificultad de implementar una política exterior coherente cuando entran en juego intereses energéticos, presiones internas y estrategias diplomáticas contradictorias.
La acción de Greenpeace, aunque simbólica, reaviva una discusión urgente: ¿puede Europa sostener su apoyo a Ucrania mientras sigue financiando indirectamente al Kremlin? La figura de cera de Macron, desplazada y expuesta, se convierte así en un símbolo inquietante de esta incoherencia.