
Subacuática es una comedia dramática protagonizada por Juana Viale, Joaquin Berthold, Anahí Gadda y Maricel Santin que no se parece a nada. Si bien es la segunda temporada, Luciano Cáceres y Fernanda Ribeiz como directores hicieron una versión emocionante. Esta idea de Melina Pogorelsky transcurre casi todo en una pileta (y lo que no se representa dentro de la misma), en este caso en el club Estrella de Maldonado (El Salvador 5470) los sábados y domingos.
La historia cuenta la vida de Pablo, un hombre que lleva cuatro años de duelo, desde que su mujer, Mariela, murió tras el parto de Lola. Con la ayuda de su hermana, Luciana, cría a su hija transitando los días como puede. En la media hora que encontró para él en esa pileta, recuerda y se permite quebrar. También se le aparece Mariela, con toda su ausente presencia. En el medio, irrumpe Alejandra que lo hará replantearse cómo seguir adelante.
La puesta en escena impacta desde el primer segundo y es toda una experiencia. El ingreso al natatorio se da por los vestuarios, y se comienza a respirar cloro antes del inicio. Las cuatro actuaciones conmueven hasta las lágrimas: los diálogos, la importancia de hablar desde el corazón y los vínculos humanos están presentes en todo momento. Obviamente hay mucho espacio para la risa y los temas de la vida cotidiana.
Durante 55 minutos te sumergís (nunca mejor dicho) en un mundo de fantasía y amor total. La paternidad y la maternidad es el tema central de la trama, y qué pasa cuando la muerte sorprende a una familia. La experiencia de Subacuática no se parece a nada, y seguramente marque un antes y un después en las propuestas teatrales del momento.
El público está pegado a la pileta y no puede creer el inmenso trabajo de los artistas que mientras actúan van nadando y sacándole el jugo a cada una de las instalaciones. La química entre el elenco y la entrega es total. Subacuática llegó para quedarse y seguirá dando que hablar.