06/06/2025 - Edición Nº850

Deportes


Guinea Ecuatorial

El día que el dictador Obiang envió a un hombre que no sabía nadar a los Juegos Olímpicos

03/06/2025 | Podría haber sido algún habilidoso ciudadano de la Isla de Annobón, pero el régimen prefirió que Eric Moussambani viaje a Sidney, aunque nunca se había tirado al agua.



El régimen de Guinea Ecuatorial, que comanda el sanguinario Teodoro Obiang Nguema Mbasogo, promueve desde hace décadas la exclusión, opresión y marginación sobre la Isla de Annobón. Incluso, llegó a una situación insólita en los Juegos Olímpicos de Sidney 2000, que llamó la atención internacional. 

Todo empezó cuando el Comité Olímpico Internacional, decidió otorgar invitaciones a países en vías de desarrollo, para que envíen deportistas en distintas disciplinas de forma directa, sin pasar por el proceso clasificatorio. Uno de esos cupos fue para Guinea Ecuatorial para la prueba de natación de 100 metros.

Sin nadadores profesionales ni piletas olímpicas en el país, todo indicaba que los jóvenes de la Isla de Annobón, cuya población nada desde muy pequeña y está íntimamente familiarizada con el mar, podrían haber tenido su oportunidad. Sin embargo, antes que promover a un annobonés, Obiang prefirió seleccionar a alguien afín al régimen e integrante de su misma etnia Fang. 


Moussambani en Sidney.

De esa forma, Eric Moussambani obtuvo su pasaje para los Juegos Olímpicos de Sidney 2000. Durante los meses previos comenzó a practicar nado. Lo hizo en un lago y después en la pileta de un hotel de Malabo, pero solo lo dejaban sumergirse entre las 5 y 6 de la mañana. De esa manera llegó a Australia, sin haber practicado nunca en una pileta con las medidas oficiales de 50 metros de largo. 

El acompañamiento y apoyo que no tuvo en su país, lo encontró en la Villa Olímpica de Sidney. Al régimen de Obiang solo le preocupó que no vaya nadie de una etnia que no fuera la propia, exponiendo las desigualdades políticas y sociales que se viven en su país. Una vez cumplido eso, abandonó a Moussambani a su suerte. 

Antes de competir, un entrenador sudafricano se preocupó por él y le dio algunos consejos valiosos. “Me enseñó todo. Me dio la técnica para sumergirme y empujar con los pies para salir con fuerza en la vuelta. Lo ensayé mucho con él. Si hasta me dio el traje de baño celeste que usé el día de la carrera”, recordó Moussambani.

El 15 de septiembre de 2000 ingresó al Estadio Olímpico de Sydney junto al resto de la delegación de Guinea Ecuatorial para el desfile inaugural. Eran solo cuatro: dos hombres y dos mujeres. Como era de esperarse, Moussambani, fue el abanderado de su país. 

El martes 19, llegó el momento de la prueba de natación en la que debía participar junto a otros debutantes inexpertos de países en desarrollo que habían clasificado gracias al mismo sorteo: el nigeriano Karin Bare y Farkhod Oripov, de Tayikistán. 


Un árbitro de los Juegos Olímpicos controla que el "nadador" toque la pared.

En el momento de la largada, sus dos rivales se tiraron al agua antes y fueron descalificados. Por lo tanto, nadó solo, sin a quien enfrentarse y por una mera formalidad. A pesar de que nadie lo apuraba, tuvo serias dificultades para completar los 100 metros. Por momentos, parecía que iba a detenerse y hundirse, pero pudo completar el recorrido, aunque marcó el peor tiempo en la historia de los Juegos Olímpicos. La desesperación de los últimos metros, lo llevó a no continuar en el certamen.

Recién cuando Moussambani despertó el interés de la prensa internacional por su insólita historia, el régimen de Obiang comenzó a promoverlo para realizar propaganda. De esa forma, se ocultó la opresión y marginación de potenciales nadadores, como abundan en la Isla de Annobón, víctima de un polémico genocidio. A ello se sumó el desinterés y la falta de apoyo al deporte olímpico de la dictadura. En cambio, se asoció a la figura de Moussambani con la superación personal, en una clara demostración de cómo funcionan las cosas bajo la dictadura más longeva y cruel del mundo.