
La decisión del Tribunal Constitucional de Bolivia de permitir la candidatura de Andrónico Rodríguez para las elecciones presidenciales de 2025 marca un nuevo capítulo en la historia del Movimiento al Socialismo (MAS). Rodríguez, presidente del Senado y figura en ascenso dentro del oficialismo, intentará prolongar el ciclo político iniciado hace casi dos décadas por Evo Morales.
Con Morales inhabilitado por haber excedido los límites constitucionales de mandato, la izquierda boliviana enfrenta el desafío de reinventarse sin su figura más emblemática. El MAS, sin embargo, parece más preocupado por mantener el control del aparato estatal que por impulsar un verdadero proceso de renovación política.
El fallo que excluye a Evo Morales de la contienda ha sido recibido con reacciones virulentas desde su entorno. El exmandatario, que reside actualmente en una región rural para evitar una orden de detención, ha llamado a sus bases a movilizarse contra lo que llama "una decisión del imperio".
Lejos de actuar como un estadista retirado, Morales persiste en influir sobre el proceso electoral, dividiendo al MAS y debilitando el frente oficialista. Su negativa a aceptar los límites democráticos evidencia una tendencia personalista que ha sido característica del modelo de poder que impulsó durante sus años en el gobierno.
En paralelo, la gestión de Luis Arce atraviesa un momento crítico. Las protestas por el aumento del costo de vida, la escasez de combustible y los conflictos internos han mermado su capital político. Este debilitamiento ha abierto un espacio que Rodríguez intenta capitalizar, pero también ha despertado nuevas expectativas en la oposición.
A pesar de contar con el aparato del Estado y una base social importante, el oficialismo se presenta fracturado, con liderazgos enfrentados y una estrategia centrada en conservar el poder, más que en responder a las demandas de la ciudadanía.
Marcelo Claure es el vocero y el articulador de los intereses de quienes quieren apropiarse de nuestro litio, de los recursos naturales y entregar la soberanía de nuestro país al monstruo imperial. Esta es una prueba de que el objetivo fue siempre dividir al movimiento popular y… https://t.co/kUqKbaVGWy
— Evo Morales Ayma (@evoespueblo) June 6, 2025
El regreso de Andrónico Rodríguez a la contienda puede ser visto como un intento del MAS de presentarse con rostro renovado, pero sin abandonar las prácticas que han caracterizado al ciclo populista en Bolivia. La exclusión de Morales ofrece una oportunidad para un nuevo comienzo, aunque dentro del mismo molde ideológico.
Para la oposición, el desafío está en articular un proyecto creíble que no sólo capitalice el desgaste del oficialismo, sino que ofrezca una alternativa real al modelo de poder que ha dominado Bolivia durante los últimos 20 años.
🚼🍼 De manera simbólica, el diputado Alberto Astorga entregó una sonajera en la oficina del del Presidente del Senado. Según el legislador, representa que Andrónico Rodríguez sigue siendo “hijo político” de Evo Morales.#btvmultimedia #btvinforma #boliviatv #evomorales #evismo pic.twitter.com/cvnvvt9GoM
— Bolivia Tv Oficial (@Canal_BoliviaTV) June 6, 2025
La decisión del Tribunal Constitucional puede ser interpretada como un cierre simbólico del ciclo de Evo Morales, pero no del modelo que instauró. Mientras el MAS busca prolongarse a través de figuras como Rodríguez, la ausencia de autocrítica y la insistencia en conservar estructuras de poder debilitan su promesa de cambio.
La izquierda boliviana se enfrenta a su prueba más difícil: gobernar sin Morales y convencer sin caer en la tentación de la continuidad disfrazada de renovación.