
Víctor Correa habla con las pocas fuerzas que le quedan. Parado en la puerta del Hospital de Niños de San Justo, donde su hijo Thiago pelea por su vida, intenta reconstruir el momento que lo marcará para siempre. “Estaba hablando con él lo más bien, de la vida. De cómo vamos a seguir adelante nosotros, como padre e hijo”, dice, mientras el nudo en la garganta le impide seguir.
Thiago, de apenas siete años, está internado en terapia intensiva con un estado crítico tras recibir un balazo en la cabeza. El disparo ocurrió mientras él y su papá esperaban el colectivo en Ciudad Evita, luego de una jornada que combinó escuela y entrenamiento. Iban camino a la casa de su madre, Diara Medina, cuando quedaron en medio de un tiroteo.
“Lo tenía a ‘cocochito’ porque él me lo pidió. Me dijo ‘pa, hace mucho que no me llevás’. Cuando pasó eso me dijo ‘pa’ nomás. Y ahí empecé a gritar yo”, recuerda Víctor, quebrado. La escena lo desarma y sus palabras se ahogan en el llanto. Fue lo último que escuchó de su hijo antes de verlo desplomarse por el impacto del proyectil.
El ataque ocurrió cuando el agente de la Policía Federal Argentina (PFA), Facundo Aguilar Fajardo, abrió fuego contra cuatro delincuentes que, según relató, intentaban asaltarlo. El enfrentamiento terminó con Thiago gravemente herido y el efectivo detenido por exceso en la legítima defensa. Mientras la investigación judicial avanza, la familia Correa atraviesa el drama más crudo: la espera.
“No puedo más. Me sacaron a mi único hijo. Él es mi todo. Mi compañero de vida. Todo. Por él estoy saliendo adelante. Quiero salir adelante y me lo sacan”, expresó Víctor frente a las cámaras.
Thiago cursa en el Colegio Parroquial Santa Rosa de La Tablada y juega al fútbol en la categoría 2017 del club Defensores Unidos de Tablada. Su vida, hasta ese instante, era la de un chico común, repartida entre el estudio, el deporte y el amor de sus padres. El miércoles había ido al colegio y luego al club. Víctor lo pasó a buscar y compartieron juntos la tarde. La última imagen antes de la tragedia es la de un hijo montado sobre los hombros de su padre, sonriendo.
Desde que fue derivado al Hospital de Niños, su situación no dejó de ser grave. “Está peleando. Vamos a esperar durante estas horas para ver cómo evoluciona. Yo solamente quiero que recen por él, que haya un milagro y que pueda estar con nosotros”, pidió Víctor, mientras sostiene la mano de su hijo cada vez que puede entrar a verlo.
Le habla. Le susurra palabras que empujan, que intentan sacarlo del abismo: "Hijo, dale que vos sos fuerte. Yo sé que sos un luchador y vas a salir de esta", le dice, una y otra vez.
La fiscalía ya tomó declaración a testigos y avanzó con la detención del policía involucrado. El foco está puesto en determinar si hubo exceso en la legítima defensa.