
El proyecto implica la construcción de una refinería en Bamako con una capacidad de procesamiento de 200 toneladas de oro al año, lo que la convertiría en una de las más grandes de África Occidental. La sociedad rusa Yadran será responsable de la ejecución del proyecto, mientras que el Estado maliense conservará el 62% de la participación accionaria.
El objetivo es limitar la exportación de oro en bruto, elevar los ingresos fiscales e impulsar la industrialización local. La medida también pretende regularizar el comercio informal y disminuir el contrabando, una práctica extendida que erosiona los recursos del Estado.
En paralelo al acuerdo minero, Rusia consolida su influencia militar en Malí tras la salida de tropas francesas y estadounidenses. El "Africa Corps", heredero del grupo Wagner, permanece activo entrenando a las fuerzas armadas malienses y brindando asistencia técnica. Esta presencia se da en un clima de creciente rechazo popular a las potencias occidentales.
Moscú combina diplomacia, seguridad y recursos naturales para afianzar su presencia regional. Ya en 2023 firmó acuerdos nucleares con Malí y Burkina Faso, y ahora extiende su injerencia a sectores clave como el oro, que representa más del 70% de las exportaciones malienses.
Según el Ministerio de Minas, la obra generará más de 1.500 empleos durante su construcción y centenares de puestos permanentes una vez en funcionamiento. Las instalaciones incluirán hornos de fundición, laboratorios de metales preciosos y sistemas de trazabilidad.
Sin embargo, no se han publicado cronogramas claros ni estimaciones presupuestarias detalladas, lo que plantea interrogantes sobre los plazos de ejecución y los mecanismos de fiscalización. La presencia de contratistas militares también genera preocupación en sectores de la sociedad civil por posibles abusos o falta de transparencia.
La alianza se inscribe en una reconfiguración geopolítica del Sahel, donde países como Malí, Burkina Faso y Niger han consolidado alianzas con Rusia, China y Turquía. Este alejamiento de Occidente incluye también acuerdos energéticos, proyectos de infraestructura y transferencias tecnológicas.
La refinería simboliza un cambio de paradigma: del rol pasivo de exportador de materias primas al de productor con control soberano del valor agregado. No obstante, el éxito del proyecto dependerá de la gobernanza, el cumplimiento de plazos y el equilibrio entre seguridad y desarrollo.
Rusia afianza su rol como socio prioritario del nuevo orden en el Sahel. La refinería de Bamako es tanto una apuesta económica como una pieza geoestratégica. En un contexto de transición política, donde el nacionalismo militar sustituye al modelo occidental, el oro se convierte en herramienta de soberanía y de alineamiento global.
Malí se juega mucho más que un proyecto minero: busca redibujar su destino en un tablero internacional cada vez más multipolar.