
Benegas Lynch definió el libertarismo a partir de la noción de respeto irrestricto del proyecto de vida del otro, siempre que no se viole el principio de no agresión. “Las instituciones fundamentales son la propiedad privada, los mercados libres de intervención estatal y la cooperación social. El empresario exitoso es un benefactor social, no un explotador”, sostuvo, citando a su padre, Alberto Benegas Lynch.
Al ser consultado sobre su posición frente a la democracia, explicó que solo la concibe como un mecanismo para garantizar los derechos individuales: vida, libertad y propiedad. “Todo lo demás son pseudo-derechos que prostituyen el concepto original de justicia”, señaló.
Desestimó las categorías tradicionales de izquierda y derecha. Para él, la dicotomía central es entre liberalismo y colectivismo, al que asocia tanto con el socialismo como con el fascismo. “El colectivismo es siempre tiránico. Prefiero hablar de individuos libres versus sistemas que los subordinan”.
Respecto a la pobreza, Benegas Lynch criticó duramente al asistencialismo y lo calificó como un “sistema morboso”. Afirmó que se generó una masa crítica de pobres para el beneficio electoral de la política tradicional: “La clave está en recuperar el vínculo entre mérito, esfuerzo y progreso”.
Firme en su postura antiabortista, argumentó que la vida comienza con la concepción, algo que consideró científicamente probado. “No se puede invocar el derecho sobre el cuerpo propio para eliminar el cuerpo de otro ser humano. En acto, ese embrión es un ser humano”, afirmó.
En contraste, defendió el derecho de las personas a llevar adelante sus elecciones personales mientras no afecten a terceros. “Aunque personalmente no lo comparta, una persona que no vulnera derechos puede hacer de su vida lo que quiera”, dijo, citando el principio de “no victim, no crime”.
También cargó contra las agendas progresistas, a las que acusó de disfrazar objetivos colectivistas: “La ecología, el feminismo y la cultura woke son caballos de Troya que buscan destruir el capitalismo. Nos embrutecen con un lenguaje que vacía de sentido el conocimiento. No queremos empresas con penes o vaginas, queremos talento”.
Consultado sobre la relación con la Iglesia, ratificó su apoyo a romper relaciones diplomáticas con el Vaticano, tal como lo expresó en el cierre de campaña de La Libertad Avanza. “El Papa Francisco tuvo buenas intenciones, pero su mensaje fue profundamente socialista y perjudicial para combatir la pobreza”, sentenció.
Finalmente, remarcó que el avance de Javier Milei es el resultado de una batalla cultural ganada, y alertó sobre el oportunismo de muchos políticos que hoy se suman a las filas de la libertad por conveniencia. “El tiempo los pondrá en su lugar. El cambio recién empieza”, concluyó.