México: Claudia Sheinbaum enfrenta crisis sanitaria con 54% usando salud privada

Más de la mitad de los mexicanos ya no acude al sistema público de salud. Según datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT), el 54% de la población opta por servicios privados debido a las fallas estructurales del sistema estatal.

Consultas médicas saturadas, escasez de especialistas y demoras crónicas en atención obligan a millones a pagar de su bolsillo. En algunos casos, esto representa una carga financiera excesiva, especialmente para familias sin cobertura formal. La incapacidad del sistema para responder con eficiencia lleva a muchos a resignarse al endeudamiento o, peor aún, a desatender sus necesidades sanitarias.

Las causas de un sistema colapsado

El sistema público mexicano está fragmentado, insuficiente y mal coordinado. IMSS, ISSSTE, la Secretaría de Salud y los sistemas estatales operan sin integración real, generando una atención desigual, duplicada y burocratizada. La falta de una historia clínica única dificulta la referencia entre niveles de atención, y los pacientes suelen perderse en un laberinto institucional.

La falta de infraestructura, la baja densidad de médicos y el escaso presupuesto agravan el panorama. México tiene solo 2,5 médicos por cada 1.000 habitantes, un 33% menos que el promedio de la OCDE. El gasto público en salud, de aproximadamente 1.181 dólares per cápita, queda muy por debajo de los casi 5.000 dólares de países desarrollados.

La salud privada como refugio obligado

Clínicas privadas se han multiplicado para suplir los vacíos del sistema público, pero sin regulación efectiva. Las consultas generales pueden costar entre 300 y 800 pesos, mientras que las especialidades o procedimientos quirúrgicos alcanzan sumas desorbitadas. La falta de fiscalización permite disparidades de precios sin justificación clínica.

Algunos centros privados abusan del desconocimiento del paciente para extender tratamientos o exámenes innecesarios. Esto se acentúa en casos cubiertos por seguros, donde la rentabilidad pesa más que la necesidad. El modelo de negocio transforma al enfermo en cliente y a la salud en mercancía.

El impacto en la población vulnerable

La migración hacia la salud privada acentúa las desigualdades y segmenta el acceso a la atención médica. Mientras las personas con ingresos estables acceden a servicios ágiles y personalizados, millones de mexicanos enfrentan largas filas o desisten de buscar ayuda.

El gasto de bolsillo en salud aumenta a ritmos alarmantes. Este desembolso, que debería ser marginal, se ha convertido en la principal fuente de financiamiento sanitario para muchas familias. Las consecuencias incluyen empobrecimiento, abandono terapéutico y deterioro de la salud pública general.

Reformar o colapsar

Expertos coinciden en que es urgente una reforma estructural que rescate el papel del Estado como garante de la salud. Entre las medidas prioritarias están: fortalecer la atención primaria, garantizar el abasto de medicamentos y aumentar la plantilla médica en zonas marginadas.

Además, se requiere regular el mercado privado para evitar abusos y establecer un sistema de supervisión transparente. La integración efectiva de los subsistemas, con interoperabilidad digital y protocolos unificados, permitiría una mejora tangible en la eficiencia y calidad de la atención.

Sede de la Secretaría de Salud de México. 

¿Privado es mejor?

La salud en México vive una encrucijada. La expansión descontrolada del sector privado no es reflejo de libertad de elección, sino de una obligación ante el fracaso estatal. Lo que debería ser un derecho universal, se convierte en un privilegio para quienes pueden costearlo.

Sin inversión sostenida, voluntad política real y regulación efectiva, la brecha sanitaria se seguirá ensanchando. En este contexto, millones seguirán pagando con su bolsillo, su tiempo o su salud la factura de un sistema que los ha dejado atrás.