
En los últimos días, la decisión del Gobierno nacional de reestructurar el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) generó múltiples adhesiones hacia el organismo por parte de entidades vinculadas al agro, gobernadores, funcionarios vinculados al sector y trabajadores del INTA.
En las últimas horas se sumó la voz de los Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (CREA). En esta instancia, si bien reconocieron que el INTA necesita una transformación profunda, no debe ser a cualquier costo.
“Para responder a los desafíos actuales y futuros, debe consolidarse como la institución de ciencia y tecnología que un sector clave requiere para potenciar su desarrollo”, señalaron.
Pero advirtieron: “Sin embargo, no cualquier camino de transformación conducirá al INTA que Argentina necesita”. En las últimas semanas, las versiones y rumores sobre el futuro del organismo están a la orden del día.
Por el lado del Gobierno, el ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, brindó algunas señales al respecto: cuestionó la actual dotación de 6.000 empleados, analizó su presupuesto y ante las acusaciones de ajuste, remarcó que estas acciones no “van en contra de nadie, simplemente tiene sentido evaluar qué es lo que está haciendo el INTA y tratar de mejorarlo”.
“Ante diversas versiones sobre inminentes cambios en el organismo, queremos manifestar nuestra preocupación sobre dos riesgos de suma relevancia”,advirtieron. En primer término, cuestionaron la pérdida de autarquía política del INTA, porque el Poder Ejecutivo Nacional tendría mayoría absoluta en el Consejo Directivo del organismo.
“Este riesgo es crítico ya que el órgano de gobierno determina el rumbo de la transformación, la estrategia y los recursos necesarios para alcanzarlo, así como los procesos por los que se guían estas decisiones”, remarcaron.
El segundo punto que preocupa a CREA es su posible exclusión del Consejo Directivo, que desde la perspectiva de la entidad “ignora la importancia crucial de la detección de demandas y necesidades para la generación de conocimiento y el desarrollo de tecnologías”.
Un dato que no debe perderse de vista es que los dos organismos son “viejos amigos”. La colaboración entre ambas instituciones se mantuvo inalterable durante varias décadas y desde 1971 cerraron 33 acuerdos específicos. "Esta articulación ha permitido integrar recursos, conocimientos y capacidades técnicas para potenciar la competitividad del sector más relevante para la economía argentina", concluyeron.