
La fragilidad del modelo económico quedó expuesta esta semana durante la participación del ministro de Economía, Luis Caputo, junto al presidente del Banco Central (BCRA), Santiago Bausili, y el viceministro de economía, José Luis Daza, en el streaming oficialista Carajo.
Allí, Caputo minimizó la falta de acumulación de reservas al afirmar: “No tiene un nivel de importancia como tenía hace unos meses, por el tipo de cambio flotante y el BCRA capitalizado. Por eso pedimos un monto más alto del que el Fondo y el mercado esperaban, previendo esto”.
Si bien aclaró que no subestimaba el problema, insistió en que la acumulación de reservas debe ser una “consecuencia del buen funcionamiento del programa”. Sin embargo, los datos muestran otra cosa: en apenas 15 días sin restricciones para la compra de dólares por parte de personas físicas, un millón de individuos demandaron US$ 2.000 millones.
A eso se suma un crecimiento del 40% interanual en importaciones, un aumento del gasto en turismo y una salida sostenida de divisas por inversiones extranjeras directas.
Las reservas brutas del BCRA se ubicaban al 10 de junio en US$ 38.506 millones. No obstante, las reservas netas —las que efectivamente están disponibles— siguen en terreno negativo: -US$ 2.096 millones, según los cálculos del economista Federico Machado.
Las Reservas Netas se sitúan al día de la fecha en 5.401 millones de dólareshttps://t.co/IS97DlsqA5 pic.twitter.com/HbYQX8mpUq
— Federico Machado (@fede_machado_b) June 10, 2025
En este contexto de escasez de divisas, Argentina enfrenta vencimientos por US$ 4.350 millones en el corto plazo (entre renta y amortización de bonos en dólares). Además, aún debe reunir otros US$ 4.000 millones para cumplir con la meta de acumulación de reservas pactada con el FMI para el primer trimestre, aunque ahora se postergó hasta fines de julio.
El ministro de Economía intentó transmitir tranquilidad: “Ellos están contentísimos con cómo funciona el programa. Es una meta que nos proponemos cumplir, pero no depende —como muchos creen— de que el tipo de cambio toque el piso de la banda. Se pueden acumular dólares de diferentes formas”.
Así, dejó entrever que, si bien el BCRA no puede comprar dólares directamente, el Tesoro sí lo está haciendo, gracias al superávit fiscal.
Mientras tanto, el Gobierno avanza con nuevas colocaciones de REPOs —préstamos de corto plazo—. En diciembre de 2024 ya había captado US$ 1.000 millones por esta vía, sumando reservas brutas al Central.
A eso se suma la reciente emisión de nuevos Bonte, bonos que se suscriben en dólares, pero se pagan en pesos. En la primera licitación, estos títulos garantizaron una gran rentabilidad a los inversores extranjeros, y aportaron también US$ 1.000 millones a las reservas.
La novedad es que ahora también podrán participar inversores locales, y se eliminará una de las principales trabas a la salida de capitales: ya no será necesario esperar seis meses para desarmar posiciones, siempre que se trate de instrumentos con ese mismo plazo.
El libreto no es nuevo. En 2017, Juntos por el Cambio ganó las elecciones intermedias con un tipo de cambio apreciado y una fuerte entrada de capitales especulativos. Apenas seis meses después, el BCRA enfrentaba una corrida cambiaria por la salida de esos fondos. Y tres meses más tarde, el entonces ministro Nicolás Dujovne anunciaba el mayor acuerdo de la historia con el FMI.
Hoy, esa bala ya fue usada. El nuevo programa con el Fondo se va a ir desembolsando a lo largo del año, mientras el Gobierno acelera su necesidad de atraer inversiones. El margen para repetir viejas recetas se achica, y el escenario futuro se llena de interrogantes.