
El presidente del Consejo de Ministros peruano, Gustavo Adrianzén, anunció que su gobierno está evaluando la posibilidad de enviar a El Salvador a prisioneros extranjeros de alta peligrosidad. Esta medida forma parte de una estrategia para reducir el hacinamiento en las cárceles peruanas y buscar soluciones eficientes ante la crisis de seguridad que enfrenta el país. La iniciativa, basada en la cooperación internacional, está inspirada en el éxito del modelo de Nayib Bukele.
El CECOT (Centro de Confinamiento del Terrorismo), la cárcel más grande de América Latina, ha demostrado ser un modelo exitoso para lidiar con pandillas y organizaciones criminales. Perú considera que replicar algunos de estos elementos puede ser una solución viable para la creciente ola de violencia.
El modelo de Bukele ha sido alabado por su capacidad para reducir la violencia y restaurar el orden en El Salvador. La prisión, diseñada para albergar hasta 40.000 reclusos, se ha convertido en un símbolo de seguridad en la región. En un país que enfrentaba una crisis de violencia sin precedentes, el gobierno salvadoreño optó por un enfoque directo y sin concesiones para lidiar con las bandas criminales, y los resultados han sido claros: una disminución drástica de homicidios.
Perú, que recientemente declaró el estado de emergencia tras el secuestro y asesinato de 13 trabajadores mineros, también busca soluciones radicales para combatir el crimen. La posibilidad de colaborar con El Salvador y adoptar medidas más drásticas se alinea con la necesidad urgente de restaurar el orden.
El CECOT se ha ganado el reconocimiento internacional como un modelo de eficacia. Aunque algunos críticos cuestionan sus condiciones, muchos consideran que la severidad del sistema es un precio necesario para garantizar la seguridad pública. Las altas tasas de criminalidad en América Latina exigen enfoques innovadores y efectivos, y el modelo salvadoreño ha demostrado ser un ejemplo a seguir.
La propuesta de trasladar prisioneros extranjeros a El Salvador refleja una tendencia positiva de cooperación en seguridad entre países de la región. A través de este enfoque, Perú no solo alivia el hacinamiento en sus prisiones, sino que también envía un mensaje claro de compromiso con la seguridad. Inspirado en el éxito de Bukele, el país da un paso firme hacia la restauración del orden y la seguridad, siguiendo el ejemplo de una de las políticas más exitosas de la región.