
La consejera estatal de Morena en Jalisco, Melissa Cornejo, publicó una foto en redes sociales que encendió un conflicto diplomático inesperado. En la imagen aparece un automóvil incendiado con la consigna "FU** ICE" pintada en la carrocería. Acompañó la postal con una frase desafiante: "Viva la raza y métanse mi visa por el culo".
El posteo fue replicado masivamente, hasta que Christopher Landau, subsecretario de Estado de EE.UU., respondió vía X (Twitter) informando que había ordenado la cancelación de su visa, aunque aclaró que en realidad Cornejo no tenía una activa en ese momento.
Landau justificó su respuesta argumentando que glorificar la violencia y atacar al orden público estadounidense es incompatible con la posibilidad de ingresar al país. Sostuvo que “quien no respeta a nuestras autoridades no es bienvenido".
Aunque la medida pareció más simbólica que efectiva, marcó un límite claro. Y aquí es donde surge el matiz: si bien la reacción fue dura, también se enmarca dentro del derecho soberano de cualquier nación a regular el ingreso a su territorio.
Lo que sorprende no es la polémica, sino su canal: una red social que transformó una declaración personal en una acción diplomática. Para algunos, la actitud de Cornejo forma parte del activismo espontáneo. Para otros, su tono cruzó una línea.
Es cierto que la libertad de expresión protege incluso los discursos provocadores. Pero también lo es que los países tienen derecho a decidir a quiénes permiten ingresar. Y ese es el equilibrio delicado que este episodio vuelve a poner en juego.
El gesto de Landau puede parecer excesivo, pero también deja claro que las fronteras ya no son sólo físicas: son digitales, simbólicas y reactivas.
Cornejo tiene derecho a expresarse, y EE.UU. tiene derecho a tomar nota de esas expresiones. El verdadero dilema es qué clase de diplomacia estamos construyendo cuando una imagen y una frase en una red social pueden escalar hasta convertirse en un incidente internacional.
En tiempos donde el activismo se mide en likes y los visados en algoritmos, quizá ambas partes tienen algo que reconsiderar.