15/06/2025 - Edición Nº859

Opinión


Despertar político

Nostalgia, proscripción y retorno: ¿vuelve la mística?

14/06/2025 | Tras años de nostalgia, proscripción y fragmentación, el movimiento empieza a sacudirse la modorra. Dirigentes y bases tantean una posible reconstrucción.



Nostalgia

Hace tiempo que al peronismo en su variante kirchnerista, que sigue siendo hasta ahora su principal variante, lo envuelve la nostalgia. La nostalgia por tres gobiernos consecutivos. Por un país que funcionaba. Por una líder política que arrasaba en elecciones. Por un discurso con una serie de tópicos y lugares –la economía dirigida, la patria grande, la defensa del Estado, el regreso de la política– que eran tranquilizadores para los propios.

Pero esa tranquilidad transmutó en una cómoda indignación. De no poder creer lo perdido, de no poder aguantar una discusión con quien no ve lo evidente. De no tener argumentos para convencer. Y esa cómoda indignación no permitió la construcción de nada nuevo.

La nostalgia es, así, una especie de adicción a lo muerto. A algo que sucedió en el pasado y no es posible superar. Es la limitación de cualquier relación libidinal con el presente y el futuro. Es como no poder volver a enamorarse nunca más de nada. Una depresión crónica. Por eso la etapa superior de la nostalgia es la impotencia.

Proscripción

De algún modo paradójico, o como expresión más clara de esa incapacidad de separar la pulsión de vida de la pulsión de muerte, las bases del peronismo kirchnerista volvieron a sentirse vitales después del anuncio de la sentencia a Cristina Fernández de Kirchner.

La idea es que ahora el peronismo se despertó. Que necesitaban una excusa para organizarse y volver a las calles. Desde entonces hasta hoy, la casa de la ex presidenta ubicada entre Montserrat, San Cristóbal y Constitución recibe miles de militantes por día, dispuestos a interrumpir su orden cotidiano y su comodidad para defender lo que queda de su identidad política. ¿Cómo sigue eso?

Resistencia

Vista la proscripción de su principal representante, la activación política de las bases kirchneristas coquetea con la idea de resistencia y clandestinidad. Por lo cual la militancia se enfrenta a un dilema.

Es que no puede evadirse la dicotomía: o bien el sistema político es ilegítimo porque impide presentarse a Cristina, o bien es legítimo y el objetivo final de la activación es volver a ganar las elecciones. ¿Qué va a pasar con la intensidad vital de estos días?

¿Se canalizará en un candidato? ¿No implica eso aceptar un juego ilegítimo? De algún modo la verdad existe, a pesar de cualquier terraplanismo, y es difícil imaginar a alguien votando con ganas en un mismo régimen que denuncia como pseudodictatorial.

De allí que la propuesta de Juan Grabois de militar la abstención en las próximas elecciones, a pesar de parecer extrema, es coherente con los cánticos y discursos que han rodeado tanto a las bases como a las dirigencias políticas del peronismo.

Integración

Esto nos lleva al problema de la dirigencia. Quintela, Massa, Grabois, Moreno se juntan en la sede del Partido Justicialista de la Ciudad de Buenos Aires. Hay más presentes: Mayans, Sabbatella, el Topo Rodríguez.

Pero en Quintela, Massa, Grabois y Moreno tenemos la representación de todas las heridas abiertas del sujeto colectivo llamado peronismo. El peronismo provincial al que se le impidió competir por la jefatura del PJ hace menos de un año. El peronismo postideológico de Massa. El hiperideológico de Grabois y de Moreno.

Por izquierda, por derecha. Finalmente parece que los intereses personales quedaron en un segundo lugar. Tanto, así como la obsesión electoralista por la lista. El llamado de Cristina del miércoles a “no hacer militancia de listas” llega tardísimo –ya desde 2015 viene mal ese método y este mismo año con la interna con Axel el kirchnerismo llevó la política de listas a su máxima expresión– pero llegó.

¿Llegó con eso también la hora de que el peronismo deje la calculadora para hacer política? Quizás así, al fin, vuelva a enamorar.