16/06/2025 - Edición Nº860

Internacionales

Riqueza y legado

Mansa Musa: el emperador africano más rico de la historia que transformó el saber islámico

15/06/2025 | Gobernó Malí entre 1312 y 1337, amasó la mayor fortuna histórica y elevó Timbuktu al saber islámico.



Mansa Musa, también conocido como Musa Keita I, fue el noveno mansa (rey) del Imperio de Malí, uno de los estados más influyentes del África medieval. Su reinado, entre 1312 y 1337, coincidió con el auge económico de su imperio, gracias al comercio transahariano de oro, sal, marfil, esclavos y otros productos.

La cantidad de oro que controlaba era tal que su fortuna se ha estimado, ajustada a valores actuales, en más de 400.000 millones de dólares, superando incluso a Elon Musk y Jeff Bezos juntos. Esta riqueza no solo impresionó a sus contemporáneos, sino que dejó una huella permanente en la historia económica global.

El peregrinaje que cambió la historia

En 1324, Mansa Musa realizó su célebre peregrinación a La Meca. Lo acompañaban más de 60.000 personas, incluidos soldados, sirvientes y cortesanos, así como 80 camellos cargados con más de 100 kilos de oro cada uno.

En El Cairo, el gasto masivo de Musa desestabilizó el mercado egipcio: la abundancia de oro hizo caer su valor y provocó una inflación que duró más de una década. Esta demostración de poder económico consolidó su reputación internacional y puso al Imperio de Malí en el mapa del mundo islámico.

Timbuktu: faro del conocimiento

Pero Mansa Musa no solo invirtió en ostentación. A su regreso, financió la construcción de mezquitas, bibliotecas y centros de estudio. Timbuktu, bajo su patrocinio, se convirtió en un polo cultural e intelectual sin precedentes en el África occidental.

Fundó la Universidad de Sankoré, que llegó a albergar hasta 25.000 estudiantes y 400.000 manuscritos. La ciudad atrajo eruditos de todo el mundo islámico, posicionando a Malí como uno de los grandes centros del saber en la Edad Media.

Una arquitectura para el alma

Uno de los legados más visibles de Musa fue la mezquita Djinguereber, construida con la ayuda del arquitecto andalusí Abu Ishaq al‑Saheli, a quien Musa habría pagado con cerca de 200 kg de oro. Esta mezquita sigue en pie y es un símbolo de la arquitectura sudanesa-islámica.

Junto con otras edificaciones religiosas y educativas, consolidó un estilo arquitectónico africano-islámico que sigue siendo referencia en la región. Mansa Musa entendió que la arquitectura podía ser una expresión espiritual, política y cultural de su imperio.

Más que riqueza: visión

Aunque su riqueza ha capturado la imaginación de muchos, su verdadero impacto fue estratégico: utilizó sus recursos para proyectar poder suave, expandir el islam y convertir a Malí en una civilización de conocimiento.

Su figura inspiró a generaciones posteriores en África y su legado sigue presente, no solo en los relatos históricos, sino en los cimientos culturales del continente. Musa fue más que un rey rico: fue un constructor de civilización.

Un legado para el mundo

Mansa Musa representa una fusión excepcional de riqueza material y visión cultural. A diferencia de otros gobernantes de su época, entendió que el oro más valioso era el saber, y dejó tras de sí un imperio no solo próspero, sino culto, religioso y con identidad arquitectónica propia.

Su historia, muchas veces ignorada en los programas escolares occidentales, es una pieza clave del rompecabezas global de la civilización. Recuperarla es también reconocer el papel esencial de África en la historia del mundo.