
En la Argentina se diagnostican cerca de 5.000 nuevos casos de cáncer de riñón cada año, una cifra que posiciona a esta enfermedad entre las seis más comunes del país, de acuerdo con datos de la Agencia Internacional de Investigación sobre Cáncer (IARC). Lejos de estabilizarse, las proyecciones indican que, para 2030, la incidencia podría incrementarse en un 18% respecto al último registro disponible.
Conocido también como carcinoma de células renales, este tipo de cáncer se caracteriza por un desarrollo silencioso, lo que dificulta su detección temprana. “El diagnóstico precoz es complejo porque, al contar con dos riñones, uno puede seguir funcionando con normalidad mientras el otro está afectado, lo que retrasa la aparición de síntomas”, explica el doctor Federico Cayol, médico oncólogo del Hospital Italiano de Buenos Aires y miembro de la Asociación Argentina de Oncología Clínica (AAOC).
En la mayoría de los casos, el tumor se identifica recién cuando ya ha crecido y empieza a generar molestias. En ese punto, síntomas como dolor lumbar o sangre en la orina (hematuria) son señales de alarma que requieren consulta médica inmediata, aunque también pueden deberse a otras causas como cálculos o infecciones urinarias.
Si bien en sus etapas iniciales no suele provocar síntomas, el cáncer renal puede manifestarse con señales claras a medida que avanza. Las más frecuentes incluyen:
Detectar estas señales a tiempo y acudir a un especialista puede ser determinante para acceder a un tratamiento más efectivo y mejorar la calidad de vida del paciente. En este sentido, la información y la prevención son herramientas clave frente a una enfermedad que, en muchos casos, avanza sin dar aviso.