
Un museo sin sede fija, con espíritu itinerante y alma militante. Así se presenta el Latino Arts Project, la propuesta impulsada por el empresario y activista cubano Jorge Baldor, que desde 2017 busca llenar el vacío histórico de la representación latina en los museos y escuelas de Estados Unidos. Su fórmula rompe moldes: no un edificio, sino exposiciones móviles que aterrizan en distintas ciudades, dialogan con las comunidades y generan visibilidad cultural.
Baldor, quien llegó de Cuba siendo un niño, construyó este proyecto con recursos propios y patrocinadores privados. Hasta ahora, el Latino Arts Project ha realizado más de una decena de exhibiciones en Dallas y Fort Worth, y actualmente se encuentra en el Museo de las Américas de Denver, con una muestra centrada en la resistencia afroamericana contra la esclavitud. Su enfoque no es decorativo: es político, educativo y reparador.
La exposición actual se titula "El viaje afroamericano: Yanga, Esclavitud y Libertad" y se inscribe dentro del movimiento cultural que acompaña las celebraciones del Juneteenth, el día que conmemora la liberación de los esclavos en Estados Unidos. La muestra rinde homenaje a figuras como Gaspar Yanga y Benkos Biohó, líderes afro que encabezaron rebeliones en México y Colombia, respectivamente, desafiando la maquinaria esclavista con estrategias de libertad colectiva.
Junto a la exposición, se organizan conciertos, simposios y encuentros comunitarios. Entre los artistas invitados se encuentran Yuye Hernández, Baltazar Melo e Ivaan Pizza, quienes utilizan el arte urbano y la música para conectar el presente con los legados afrodescendientes. El museo se convierte así en una plataforma donde las nuevas generaciones exploran su historia a través de formas contemporáneas de expresión.
Según Baldor, el origen del proyecto nace de una carencia: el sistema educativo estadounidense apenas contempla el aporte latino y afro en sus programas escolares. Esta omisión no es neutral. Para él, es un gesto de borramiento sistemático que repercute en la identidad, el orgullo y el sentido de pertenencia de millones de jóvenes de origen latino.
Por ello, cada muestra del Latino Arts Project va acompañada de actividades pedagógicas: guías didácticas, charlas escolares, alianzas con universidades e incluso material audiovisual. El objetivo no es solo exponer arte, sino activar procesos de recuperación cultural que tengan un impacto directo en el aula y la comunidad.
El impacto del museo pop-up ha trascendido las fronteras del arte. Baldor ha recibido reconocimientos como la Orden al Mérito Ciudadano del SICA y el Premio Ahlor, otorgado por el gobierno de México. Su proyecto no solo ha conectado con las audiencias estadounidenses, sino que ha logrado reconocimiento en América Latina por su enfoque regional e identitario.
Actualmente, Baldor planea extender la red del Latino Arts Project a otras ciudades del país, priorizando zonas con alta población latina como Los Ángeles, Nueva York, Houston o Chicago. La idea es clara: sembrar memoria histórica donde el relato oficial ha fallado, usando el arte como vehículo de dignificación.
This past Sunday was the opening weekend for our client Latino Arts Project’s first-of-its-kind pop-up museum. The exhibit, now open until September, features 100 sculptures and numismatics celebrating Latino art, culture, and history. pic.twitter.com/QM5eesGZR6
— TRG (@TRGCreativity) May 9, 2019
El Latino Arts Project se inscribe en una tendencia cultural emergente: la resignificación del arte como herramienta de justicia histórica. Frente al ascenso de discursos xenófobos y la censura educativa en varios estados de EE.UU., el proyecto representa una resistencia simbólica que combina estética, pedagogía y militancia identitaria. En vez de esperar validación de las instituciones tradicionales, Baldor construye un museo alternativo que lleva la historia a donde más se necesita.
Esta estrategia no solo desafía el canon museístico, sino que transforma la experiencia artística en una vivencia comunitaria. En tiempos de polarización, el arte latino, en formato pop-up, se vuelve una forma de intervención política. No busca solo exponer, sino sanar y reconstruir los lazos culturales que el racismo estructural ha erosionado por décadas.