
El escenario electoral bonaerense quedó sacudido por la detención de Cristina Kirchner, y el peronismo provincial aún no logra resolver cómo reordenar sus piezas. A menos de un mes del cierre de listas, los intendentes del PJ comenzaron a tomar un rol más activo para intentar acercar posiciones en una interna que amenaza con fracturarse.
Entre llamados, reuniones discretas y mensajes cruzados, un grupo de jefes comunales mantiene conversaciones para impulsar un esquema de unidad tanto en las listas seccionales como distritales. El diálogo cruza a dirigentes alineados con La Cámpora y el cristinismo, así como al Movimiento Derecho al Futuro (MDF), que busca consolidar una alternativa con eje en la gestión.
Las próximas horas pueden ser decisivas. Según pudo saber, a partir del lunes se acelerarán los encuentros para intentar acercar a las partes antes del 19 de julio, cuando vence el plazo para presentar candidaturas. Los intendentes saben que el margen de maniobra es cada vez más acotado y que el riesgo de ruptura es real.
Un mes atrás, antes de la decisión de la Corte Suprema que derivó en el arresto domiciliario de la expresidenta, ya se había producido un intento de acercamiento en el Instituto Patria. Allí, representantes de los sectores enfrentados compartieron una cumbre que buscó dar señales de unidad y respaldo al gobernador Axel Kicillof.
Por el MDF participaron referentes de peso como Julio Alak, Fernando Espinoza, Alberto Descalzo y Andrés Watson. En representación del cristinismo estuvieron Mariel Fernández, Mayra Mendoza, Federico Otermín y Leonardo Nardini. Todos ellos coinciden en que hay que retomar aquella mesa, aunque las condiciones políticas hayan cambiado abruptamente.
“Seguramente esta semana se empezará a activar”, señaló uno de los intendentes presentes en aquel primer intento de acuerdo. El mensaje que baja desde el Instituto Patria es claro: la unidad es prioritaria, pero no a cualquier precio. Y la decisión final quedará en manos de tres figuras: Cristina, Axel y Máximo.
Kicillof y CFK se habían reunido de forma reservada el pasado 5 de junio para delinear una estrategia común. En esa charla, se acordó avanzar con una mesa de negociación con representantes de todos los espacios. Era un primer paso hacia un entendimiento más amplio, pensando en la conformación de las listas para el 7 de septiembre.
Pero el contexto dio un giro. El acto de Cristina en la sede del PJ, antes de su detención, generó ruido interno. Aunque Kicillof asistió con parte de su gabinete y varios intendentes, muchos sintieron un destrato: fueron ubicados de pie y sin protagonismo, algo que en La Plata no pasó inadvertido.
A pesar de las tensiones, los intendentes saben que su rol es el de mediadores. Tienen territorio, estructura y votos, pero no el control final de la lapicera. Ese poder sigue concentrado en Cristina Kirchner, que ya dejó en claro que seguirá influyendo: “Desde la trinchera que sea”, dijo en su último mensaje público.
El 9 de julio será el primer gran termómetro para saber si el peronismo bonaerense logrará una síntesis o si llegará dividido al cierre de listas del 19. Para entonces, los intendentes esperan haber cumplido su parte: acercar posiciones para evitar un quiebre que, en un escenario adverso, podría ser terminal.