
Mientras las cadenas de suministro globales se tensan por guerras, pandemias y crisis climáticas, un estudio publicado en Nature Food ha sorprendido al mundo: Guyana es el único país entre 186 analizados que puede sostener su población sin importar alimentos. En un mundo cada vez más interconectado y vulnerable, la autosuficiencia alimentaria emerge como un indicador clave de resiliencia.
La investigación, liderada por la Universidad de Göttingen, en Alemania, analizó la capacidad de cada país para cubrir internamente siete grupos alimenticios esenciales: frutas, verduras, cereales con almidón, lácteos, carne, pescado y proteínas vegetales. Solo Guyana alcanzó el 100% en todos los rubros.
En contraste, potencias como Estados Unidos, Francia o Japón dependen críticamente del comercio exterior. Incluso países considerados productores agrícolas como Brasil o Argentina no lograron la autosuficiencia en todas las categorías. China y Vietnam se acercaron, con seis de siete grupos cubiertos, pero sin alcanzar el nivel de autosostenimiento absoluto de Guyana.
Guyana, con poco más de 800 mil habitantes, no figura en los rankings habituales de desarrollo, PIB o influencia geopolítica. Sin embargo, su capacidad para abastecerse completamente lo posiciona como una excepción global. La clave está en su baja densidad poblacional, extensas tierras fértiles y diversidad productiva, que van desde arroz y frutas tropicales hasta pesca y ganadería.
El hallazgo descoloca especialmente a las naciones industrializadas, cuya alta dependencia de las importaciones alimenticias las vuelve vulnerables ante cortes logísticos, conflictos armados o desastres naturales. El estudio advierte que más de un tercio de los países solo puede cubrir dos o menos de los siete grupos alimenticios, lo que representa una debilidad estructural.
El informe también señala que seis países -Afganistán, Irak, Macao, Qatar, Yemen y Emiratos Árabes Unidos- no cubren ninguno de los siete grupos, lo que los coloca en riesgo extremo en caso de interrupciones del comercio global.
Para mitigar esta vulnerabilidad, los investigadores recomiendan:
Diversificar las fuentes de importación alimentaria.
Fortalecer la producción local con tecnologías avanzadas.
Apostar por la cooperación internacional en seguridad alimentaria.
Guyana se posiciona como un ejemplo silencioso de soberanía alimentaria en el siglo XXI. Aunque sus indicadores económicos estén lejos del G20, su autonomía en la producción de alimentos representa un activo estratégico frente a un mundo que enfrenta crecientes incertidumbres.
En tiempos donde las crisis globales amenazan la estabilidad de las cadenas de abastecimiento, la capacidad de un país para alimentar a su propia población se convierte en un factor determinante. La autosuficiencia ya no es solo un ideal nacionalista: es una garantía de supervivencia.