
La puerta del departamento de Pablo Mieres, el secretario de Asuntos Estudiantiles de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) que fue hallado asesinado el martes 17 de junio pasado, se llenó de velas encendidas y mensajes exigiendo justicia.
Compañeros, amigos y allegados se concentraron este viernes en la calle 115 entre 46 y 47, donde ocurrió el brutal asesinato. Al mismo tiempo, en la ciudad neuquina de Cutral Co, sus familiares le daban el último adiós a Mieres.
Frente a la puerta del departamento colocaron velas encendidas y carteles escritos a mano. Uno, en particular, resumía la bronca y el dolor con una frase tan cruda como urgente: “Acá mataron a una marica”. El mensaje fue replicado por varios de los presentes, quienes insisten en que se trató de un crimen de odio, motivado por la orientación sexual de Pedro Pablo. “No le entra a nadie en la cabeza que le hayan hecho tanto daño a Pablo, que era pura bondad”, dijo uno de sus amigos, según publicó el diario El Día.
El joven, que estudiaba Biotecnología y era secretario de Asuntos Estudiantiles en la Facultad de Ciencias Exactas de la UNLP, fue encontrado sin vida, desnudo, amordazado, con las manos y los pies atados, y con signos de asfixia por ahorcamiento. Un cuadro brutal que conmocionó no solo a la comunidad académica, sino a toda la ciudad.
Después del acto, la manifestación se trasladó a Plaza San Martín, donde se realizó un emotivo homenaje. “Hubo minuto de silencio, aplausos, llantos”, relató un allegado. En ese espacio, el duelo colectivo se transformó en consigna política y social: visibilizar el caso, exigir avances concretos en la causa y repudiar cualquier forma de violencia basada en la identidad de género o la orientación sexual.
Según trascendió, la familia de Mieres está devastada. El padre y una de sus hermanas viajaron a La Plata para acompañar los trámites judiciales, mientras que la madre “quedó en estado de shock”, indicaron fuentes del entorno familiar.
Por lo pronto, la investigación no cuenta con detenidos ni sospechosos. Los peritos trabajan sobre las cámaras de seguridad de la zona, las declaraciones de testigos y diversos informes forenses y tecnológicos. Uno de los elementos clave es el celular de la víctima, que fue sustraído y podría contener datos cruciales para esclarecer las últimas horas de Pablo.
Las autoridades analizan aplicaciones, contactos recientes y registros de mensajes, ya que la hipótesis del robo perdió fuerza frente a otros indicios que apuntan a una conexión personal con el asesino. El acceso al departamento era independiente del resto de la construcción, lo que refuerza la idea de un encuentro pactado.
LN