
Una nueva jornada de protesta puso en el centro del debate el estado de la industria naval en la provincia de Buenos Aires. Este lunes, trabajadores del Astillero Río Santiago se movilizaron desde Ensenada hacia la Casa de Gobierno en La Plata para exigir una actualización urgente de sus salarios y denunciar lo que definen como un “vaciamiento prolongado”.
La marcha fue encabezada por delegados sindicales luego de una asamblea masiva, y tuvo como destinatario directo al gobernador Axel Kicillof. El reclamo apuntó al retraso en las paritarias, pero también al abandono estructural de una planta que, según denunciaron, está paralizada desde hace más de una década.
Además del reclamo salarial, la movilización se expresó contra las políticas del gobierno nacional de Javier Milei, y sumó el respaldo de otros gremios estatales, docentes y de organizaciones de izquierda. Referentes como Nicolás del Caño, Christian Castillo y Myriam Bregman se hicieron presentes o expresaron su apoyo públicamente.
La protesta no solo fue un grito por los sueldos. También revivió una denuncia histórica: el desvío de 23 millones de dólares del Astillero en 2009, que —según la dirigente Bárbara Solernou— fueron utilizados por la gestión de Daniel Scioli para terminar el Estadio Único de La Plata. Ese dinero, destinado originalmente a dos buques, nunca habría sido reintegrado.
Desde entonces, aseguran los trabajadores, el Astillero quedó “en pausa”. Uno de los barcos, el “Eva Perón”, permanece a medio construir desde hace 14 años. Las gestiones de María Eugenia Vidal y de Kicillof, afirman, tampoco resolvieron el problema. "Hace seis años que gobierna y no devolvió ese dinero", señalaron desde la conducción gremial.
El malestar crece también por las decisiones de gasto del Ejecutivo bonaerense. “A los fondos buitre les pagó 250 millones de dólares; devolverle al Astillero lo que le corresponde es apenas el 10% de eso”, apuntó Solernou. “Si se dice defensor de la industria nacional, que lo demuestre”, reclamó.
El conflicto suma tensión al cierre de listas y deja expuesto un punto débil en la retórica oficialista: el contraste entre el discurso industrialista y la falta de soluciones para una planta estratégica, históricamente emblema del trabajo bonaerense.
La denuncia sobre el desvío de fondos no es nueva, pero su persistencia en el tiempo deja al descubierto una cadena de responsabilidades políticas que atraviesa tres gestiones distintas. Ni Scioli, ni Vidal, ni Kicillof lograron —o quisieron— revertir la situación. En plena etapa de definiciones rumbo a las elecciones de septiembre, el reclamo de los obreros del Astillero interpela a todos.