
La Plaza México, considerada la más grande del mundo en espectáculos taurinos, anunció que suspenderá indefinidamente sus actividades luego de que el Congreso de la Ciudad de México aprobara una reforma legal que prohíbe herir o matar toros durante las corridas. La nueva normativa exige que los animales regresen vivos a sus ganaderías, no se les infrinjan heridas, y limita el tiempo de la lidia a un máximo de 30 minutos por evento.
La decisión legislativa fue impulsada por la mayoría de Morena en el Congreso local y cuenta con el respaldo de Claudia Sheinbaum, quien se ha pronunciado por “preservar la cultura sin permitir el maltrato animal”. Sin embargo, la administración de Plaza México considera que estas disposiciones constituyen una prohibición encubierta, ya que atentan contra la esencia del espectáculo taurino, basado en el riesgo y el duelo con la muerte.
La reforma fue aprobada el 18 de marzo e introduce el concepto de “espectáculo taurino libre de violencia”, el cual busca erradicar cualquier forma de sufrimiento animal dentro o fuera del ruedo. Quedan prohibidas las banderillas, los puyazos, las espadas, e incluso los capotes que puedan lastimar al animal, y se establece que los toros deben ser devueltos vivos a su criadero, incluso con medidas para proteger sus astas.
El objetivo de esta legislación es alinear los espectáculos públicos con una ética de bienestar animal, reflejando un cambio profundo en la sensibilidad social mexicana. Las corridas de toros, antaño vistas como tradición nacional, hoy son rechazadas por amplios sectores de la sociedad, que exigen formas de entretenimiento que no impliquen violencia ni muerte.
La administración de Plaza México ha calificado la medida como “jurídicamente inviable”, señalando que una corrida de toros sin confrontación real entre toro y torero no solo traiciona la tradición, sino que además es impracticable desde el punto de vista logístico y técnico. La estructura misma del evento taurino se ve afectada por esta transformación legal.
En un comunicado, Plaza México advirtió que esta ley es un “ataque directo a la libertad cultural” y una amenaza al modelo económico que sostiene a miles de trabajadores en la industria taurina. Denuncian además que el Congreso no consultó adecuadamente a los sectores involucrados, incluyendo ganaderos, empresarios, toreros y aficionados.
Encuestas recientes revelan que el 72 % de los mexicanos considera que las corridas de toros son una forma de maltrato animal, y el 66 % apoya una variante sin violencia. Este respaldo social fue decisivo para que el Congreso local impulsara la reforma, bajo el argumento de que la cultura puede transformarse sin abandonar sus raíces.
La entonces jefa de Gobierno y actual presidenta electa, Claudia Sheinbaum, ha expresado su respaldo a la medida, señalando que “no se trata de eliminar la tauromaquia, sino de evolucionarla hacia una forma ética y culturalmente aceptable”. Esta posición ha sido duramente criticada por sectores taurinos, pero cuenta con fuerte eco entre votantes urbanos jóvenes.
Pues… no tendremos toros en la CDMX por varios años ‘al parecer’, y para calmar esa nostalgia que les parece si ponemos aquí los mejores momentos que vivimos en la Monumental Plaza de Toros México 🐂 👇🏽
— Cultura y Toro (@CulturaYToro) June 25, 2025
Ojo, la lucha continúa, NO dejaremos de luchar… 🛡️⚔️ pic.twitter.com/hVogJf0V0x
La suspensión de actividades en Plaza México marca un punto de inflexión en la historia cultural del país. Por primera vez, se confronta de manera legal, directa y sistemática la noción de que la tradición justifica el sufrimiento animal. Esta decisión no solo desafía al espectáculo taurino, sino que reconfigura los límites de lo que se considera arte, cultura y ética en el México contemporáneo.
Más allá de la polémica, el debate taurino refleja una tensión creciente entre dos visiones de país: una, aferrada a los símbolos del pasado, y otra, alineada con valores de protección animal y sensibilidad social global. Si la tauromaquia puede sobrevivir bajo nuevas reglas está por verse. Lo que es claro es que el ruedo ya no es solo un escenario de muerte, sino de transformación política y moral.